Sobrevivir en un mercado cada vez menos reconocible

Víctor Orta, director deportivo del Sevilla, fue uno de los que alzó la voz hace unos días en contra de los tiempos actuales del mercado de fichajes. «Entiendo que LaLiga busque un modelo sostenible, pero esas reglas son estrictas y deberían debatirse. En el día a día del mercado se manejan unos tiempos en los que empieza la competición y no está definido el equipo, aunque al final del mercado se hace un balance», declaró Orta, con apuros para inscribir a todos sus fichajes. Como él, el resto de directores deportivos tendrán que hacer en esta primera jornada encaje de bolillos para que todas las incorporaciones estén disponibles para sus técnicos.

La regla que marca la competición es que un futbolista con un contrato que no se ha modificado de una temporada a otra está automáticamente inscrito. Es el caso, por ejemplo, de Antoñín en el Granada, que a pesar de sus cesiones no ha modificado su vinculación con la entidad nazarí. Otros, como Weissman, sí han cambiado su relación contractual y el club puede decidir cuándo darlo de alta. Lo mismo ocurre con los fichajes.

Aquí comienza el equilibrio para no superar el tope salarial y es donde los futbolistas con los que no se cuenta se hacen fuertes, dado que en España las restricciones de LaLiga son mayores que en otras ligas. Los jugadores saben que conforme avance el mercado se les ofrecerán mejores condiciones para rescindir o contratos más jugosos en otros equipos y no tienen prisa en buscar acomodo en otro plantel. Las necesidades de cada conjunto hacen también que los futbolistas se muevan antes o no lo hagan. El Granada, por ejemplo, tenía que empezar a competir muy temprano en la temporada en la que jugó la fase previa de UEFA Europa League y, por ejemplo, no dilató el fichaje de Luis Milla para ahorrar dinero, con la intención de que estuviera integrado con el equipo pronto. Ahora, la situación es distinta. Es el mercado, amigo.