El Granada reencuentra a la familia Checa en Ibiza

«Además, es que somos una familia muy 'clánica'; todos nos 'primeamos' aunque algunos ya sean tíos abuelos», detalla este incondicional del Granada con muchos motivos para ser feliz además del triunfo de su equipo. Catedrático de Antropología en la Universidad de Almería, Paco Checa estaba acostumbrado a recibir en Lanteira a sus familiares de Ibiza únicamente en invierno, cuando la frenética actividad turística de la isla da un respiro. «Nunca perdimos el contacto ni físico ni sentimental y de hecho siguen volviendo cada Navidad porque tienen casa aquí, aunque no siempre vienen todos. Por Ibiza ya había pasado casi toda la familia, menos mi hijo y yo», cuenta. «Cuando salió el calendario y vimos que la primera jornada era allí, mi hijo me dijo que teníamos que ir y empezamos a calentarnos entre todos los primos. Terminamos juntándonos hasta ocho 'Checas': cinco con camiseta del Granada y tres con la del Ibiza, serigrafiadas con nuestro apellido. Copamos la isla», celebra Paco, que solo echó de menos a su mujer, Concha, y a su hija, Clara, que no pudieron acompañarles.

Recibidos en el aeropuerto el sábado por su primo José y sus hijos David, Juan José y Carmen así como otros sobrinos nietos, todos fueron a Can Misses con sus camisetas para ver el partido. «Fue una auténtica fiesta desde el propio camino. Se nos acercaban más granadinos emigrantes para decirnos que iban con el Granada aunque llevasen ya muchos años en Ibiza. Aunque algunos de mis familiares no llevasen la camiseta, tenían el corazón partido. Entre nosotros nos hacíamos bromas: «¡Os habéis vendido! ¡Si al Granada le van a sobrar los puntos!», ríe Paco Checa. Luego, en la grada, nadie evitó que se sentaran juntos: «Teníamos asientos separados, pero nos juntamos todos en el fondo sur y lo pasamos muy bien. Al final, hasta nos daba igual quien ganara o perdiese».

Más allá de lo que supusiera en lo personal el reencuentro, Paco Checa también apreció en el primer enfrentamiento entre Ibiza y Granada «un hermanamiento con la emigración granadina a la isla». «Las gradas estaban llenas de camisetas rojiblancas, fue como un pequeño Los Cármenes. Todo el campo aplaudió al Granada, antes y después del partido. Antropológicamente, me explicó los conceptos de amistad y vínculo territorial. Ojalá el deporte, y el fútbol en especial, fuera siempre así en cuanto a respeto y familiaridad», desea este portavoz de la numerosa familia Checa, felizmente reunida en Ibiza con motivo de un partido de fútbol que al final fue lo de menos, poco más que una excusa.