La capitanía es una distinción fundamental en un equipo de fútbol. Es la voz del grupo en el campo, especialmente con el árbitro, y representa ... autoridad en el vestuario. Con frecuencia, el brazalete lo portan los que más temporadas llevan en un club, aunque hay rasgos de personalidad que hacen emerger a ciertos futbolistas por su liderazgo ante el grupo y que les hacen ostentar esta condición con menos tiempo de vinculación que otros. Lucas Boyé llegó la campaña pasada al Granada, pero desde este curso es el segundo en el escalafón, solo detrás del veterano Carlos Neva.
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Boyé ha estado año y medio compartiendo ataque con Uzuni, aunque no siempre han mezclado de la mejor manera, ni sobre el verde, donde parecían compatibles sobre el papel, ni fuera, pues tienen caracteres opuestos. El albanés es un tipo más egocéntrico, que tenía ilusión por llevar la banda sin asumir el rol casi sindicalista que comporta. Boyé, sin embargo, es de lo que miran por el colectivo, con su juego generoso y una mentalidad corporativista de puertas para dentro. Es uno de los motivos por lo que conecta tanto con el propio Neva, al que dedicó su gol de penalti, como con Sergio Ruiz, otro capitán desde su manera de ser discreta para un futbolista.
Sin despedida
A nadie le chocó que, entre la retahíla de despedidas a Uzuni en redes sociales, no aparecieran menciones de este trío de rojiblancos con galones. Como profesionales, siempre trataron de integrar a Uzuni y que este sacara su mejor versión en el campo, pero su comportamiento sobre todo al final dista de la ética que ellos guardan hacia este oficio.
A lo mejor, el Granada ha perdido una estrella pero ha ganado unión en su galaxia.
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