Bill Clinton ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos frente a George Bush padre con una frase provocadora que acuñó uno de ... sus asesores, James Carville. «Es la economía, estúpido» se convirtió en un eslogan imbatible que relanzó la campaña del candidato demócrata. Aquel Bush (no confundir con el necio de su hijo, que también llegó a la Casa Blanca) pasaba por ser un estadista internacional de primer orden, pero Clinton encontró en lo cotidiano, en apuntar al poder adquisitivo de sus compatriotas, una clave para ganarse la confianza de los votantes e imponerse.
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La economía lo mueve todo. También el fútbol. Desde hace años, el aficionado se ha familiarizado con el llamado tope salarial, la norma de LaLiga para limitar la capacidad de gasto de un equipo en función de sus ingresos. Sin entrar en la letra pequeña, lo que ha de entender cualquier seguidor es que un club solo puede invertir una parte de lo que recibe para no generar deudas abusivas. Es por ello que prácticamente todas las entidades tienen que hacer equilibrios para cuadrar sus plantillas en función de este control financiero.
El Granada no es ajeno a esto. Es un recién ascendido, por lo que su recaudación televisiva resulta menor a la de otros equipos de Primera, y partió con varios peajes tras el ascenso: los pagos por Weissman y Diédhiou, poco relevantes la temporada pasada; alguna renovación no deseada (Perea) y varias subidas de salarios pactadas por contrato con la consecución. No puede culpar al empedrado por ello; fueron todas gestiones de los actuales gobernantes. Lo son las buenas y también las malas.
Con ese escenario, la actual planificación quedó lastrada. La comisión deportiva ha evitado las marchas de dos futbolistas capitales, Bryan Zaragoza y Myrto Uzuni, y abonó traspaso por un talento como Gonzalo Villar antes de dar un golpe contundente sobre la mesa con Lucas Boyé con el dinero de la marcha indeseada del canterano Samu Omorodion. Quedaba el remate, pero el margen de maniobra dependía de concretar salidas que se enquistaron. Sin holgura, el Granada solo pudo atar a Álvaro Fernández, cuyo acuerdo, cerrado hace días, prevaleció hasta que su llegada fue viable.
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El plantel presenta imperfecciones. Efectivos suficientes en defensa, pero algunos de fiabilidad relativa, con dos centrales interesantes como Vallejo y Torrente con demasiadas estancias en el dique seco. Paco López está sacando el jugo al grupo asumiendo riesgos. Ha encontrado en Gumbau una pieza que hace mejores a los demás, con un claro ejemplo en Sergio Ruiz. Pronto podrá rotar con Villar y afilar el ataque con Boyé, delantero asociativo, tal vez un complemento para Uzuni y los que llegan por detrás. Hay soluciones en los laterales en teoría, pero se echa de menos otro perfil en la medular, más desequilibrio y, sobre todo, un zaguero contrastado. Unos dirán que es impericia de los que mandan, pero al final es la economía, con factores internos y ajenos. No es una estupidez quejarse y la sostenibilidad tiene importancia, pero no hay mayor fuente de solvencia que seguir en Primera. Veremos si alcanza.
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