En enero de 2013, Míchel González entrenaba al Sevilla y la directiva de los hispalenses no estaba nada contenta con su labor. Los vientos de ... destitución soplaban y a alguien se le ocurrió la opción de Diego Martínez como alternativa. Por aquel entonces el gallego tenía 32 años y estaba en la estructura de ese club, unos meses después de llevar a su juvenil de División de Honor a imponerse en la Copa de Campeones. Diego, en un alarde de sinceridad, reconoció a los directivos que no estaba preparado para semejante reto. Le generaba ilusión enorme, pero requería de más experiencia. Unai Emery acabó siendo el sustituto de Míchel y Martínez se convirtió en uno de sus asistentes. Juntos levantaron una Europa League. El vigués pasaría después al Sevilla Atlético, al que llevó hasta la Segunda división, categoría en la que logró la permanencia, para después pasar a Osasuna y luego al Granada, etapa que conocen de sobra.
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Aquel rechazo temprano lo cuenta como anécdota Pepe Castro, actual presidente del Sevilla (de aquella, todavía 'vice' con Del Nido) y define la fuerte personalidad del 'chamán'. De hecho, el gesto no le cerró las puertas del primer equipo sevillista; quizás solo aplazó su llegada. Con permiso de Lopetegui, tal vez eso acabe ocurriendo, pero no la temporada que viene.
Diego Martínez es un hombre de principios, con una gran determinación, y por eso no extraña que se mantenga firme respecto a decidir sobre su futuro cuando acabe la temporada. Esto tiene escamada a parte de la afición granadinista, aunque cada vez hay más indicios para el optimismo sobre su continuidad. La propiedad ha dicho sí al proyecto que él pretende y acepta sus condiciones de partida. Hay detalles del día a día que invitan a pensar que piensa en clave de futuro.
Las dudas han estado sobrevolando. La sensación de tocar techo, de que lo normal sería hacerlo peor… Y las incógnitas en torno a la nueva etapa. Pero Patricia Rodríguez está haciendo su trabajo para que Diego confíe, al igual que está estrechando la relación con el alcalde de la ciudad. El convenio del estadio tendrá que prorrogarse por enésima vez, pero la concesión ya no parece tan distante. Habrá un canon que rondará los 200.000 euros, poco más.
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Pero ni una cosa ni la otra estarán hechas hasta que no se firme, aunque en el Granada se respira algo de tranquilidad. No había ninguna parálisis ante un mercado que no se agitará de verdad hasta dentro de varias semanas, cuando se resuelvan descensos y ascensos, teniendo Eurocopa, Copa América y Juegos después de ello. Muy pronto, Diego ya sí se pronunciará. Quizás lo haga por Instagram, donde se ha abierto cuenta, con la 'eterna lucha' de fondo. Quedaría raro que hiciera algo así a falta de cuatro partidos para variar enseguida la foto de perfil.
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