Advertidos en un campo maldito
El Granada vuelve a Ipurua, donde nunca ha ganado tras seis visitas, con la intención de levantarse tras el tropiezo en Andorra
Ipurua, ese estadio tan genuino como intimidante para los rivales del Eibar, vuelve a erigirse como amenaza del Granada ahora en Segunda división. Nunca han ... ganado los rojiblancos allí en las seis visitas anteriores que han hecho, en Segunda B la primera de ellas y en la máxima categoría las siguientes. Siempre fueron inferiores e incluso fueron vapuleados con resultados tan contundentes como los 5-1, 4-0 y 3-0 de las temporadas 2015/16, 2016/17 y 2019/20; únicamente han sido capaces de marcar dos goles, y solo el de Allan Nyom en la campaña 2014/15 valió un punto. En esta ocasión, y tras la derrota en Andorra hace ocho días, los ahora dirigidos por Aitor Karanka quieren acabar con el trauma con un triunfo que le devuelva a la senda victoriosa con la que arrancó el curso y recuperar, de paso, el respeto en la categoría.
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El Granada está advertido. Tanto de los precedentes en Ipurua como de los peligros de la Segunda división, una categoría en la que cualquier partido puede torcerse sin remedio desde sus primeros cinco minutos si la concentración no es plena. Un despiste de Ricard en Andorra costó el primer tropiezo de la temporada y ya luego faltaron puntería e imaginación, que no actitud, para remontar el primer gol que se encajaba en la campaña. Aitor Karanka lo calificó como una «cura de humildad» y reiteró, como ya hizo incluso tras alguna victoria anterior, que la intensidad debe ser absoluta del primer minuto al último independientemente del marcador. Aquello fue lo que dijo en público y no ha trascendido lo que diría en privado. En Ipurua se resolverá si aquel tirón de orejas a la plantilla surte efecto como motivación o todo lo contrario.
El del Eibar, que nunca imaginó que volvería a estar en Segunda división esta temporada, es un caso perfecto para que el Granada se mire. Vivió una etapa de consolidación en Primera con siete temporadas en la élite y tras el descenso pareció que ascendería por la vía directa después de armar un buen equipo, con Gaizka Garitano de nuevo a los mandos. Sin embargo, acabó en el 'play off' de manera sorprendente, al caer derrotados en el descuento de la última jornada en Alcorcón ante un rival descendido desde hacía varias jornadas, y en las eliminatorias le superó el Girona al remontarle tras forzar una prórroga en Ipurua después de que los armeros sí vencieran en Montilivi. Un guion diabólico con la autoría reconocible de la traicionera división de plata, que con tanta igualdad separa la gloria del fútbol español de un tercer escalón terrorífico para escuadras históricas.
Quizás porque conocía bien la historia del Eibar, Aitor Karanka insistió en sus advertencias de que lo de Andorra podía pasar en cualquier momento desde antes incluso de que echase a rodar el balón y sobre todo tras las tres primeras victorias sin goles en contra. Una vez descubierto el sabor de la derrota, hincada la rodilla por primera vez, toca comprobar cómo se levanta la tropa: si tiembla o se encorajina. Al Eibar, desde luego, aún le acompaña el prestigio de un club asentado con una identidad absolutamente marcada.
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Ni la decepción por no haber ascendido la temporada anterior ha cambiado un ápice la filosofía del Eibar, que incluso mantuvo al frente a Gaizka Garitano como entrenador. El Granada sabe perfectamente lo que le espera en Ipurua, que no es diferente a lo que ya vivió allí con José Luis Mendilibar e incluso con el propio Garitano en 2014. Puro 'rock and roll'. En el estadio armero no se especula y habrá fútbol de alto voltaje desde el principio, con previsible bombardeo a las áreas. Además, como el Granada, también el Eibar llega herido por una reciente derrota: en Leganés (2-1) y tras otro gol de Nyom, aunque rozó el empate hasta el último suspiro después de verse con uno menos por la expulsión de Róber Correa antes del descanso.
Ese espíritu guerrillero del Eibar y las armas de las que se vale plantean al Granada un dilema, asumido que la intensidad será innegociable: plantarle cara jugándole a su rival a lo que le gusta o, al contrario, cambiándole el tablero. Las piezas elegidas por Aitor Karanka ante el par de incertidumbres que maneja en su alineación dependerán de se inclina por una estrategia u otra. El mayor interrogante, no obstante, se deberá resolver desde primera hora de la mañana aunque no se comunique oficialmente: el entrenador está pendiente de si las molestias musculares de Alberto Perea e Ignasi Miquel les permiten viajar o no con el equipo este mismo lunes hacia Eibar.
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El quid de la mediapunta
Resulta especialmente relevante la disponibilidad del 'ex' del Cádiz, última incorporación del equipo sobre la bocina del cierre del mercado. Aunque ha hecho carrera en la banda izquierda, las condiciones de Alberto Perea obedecen a las de un mediapunta y, toda vez que Óscar Melendo y Alberto Soro están descartados por lesión, podría ser el encargado de ocupar un puesto particularmente trascendental para Aitor Karanka. Con todo, también cuenta con Rubén Rochina, aunque este parece tener menos peso en sus planes al menos por ahora, recientemente recuperado, como demostró que el vasco recurriese antes a Perea que a él en Andorra.
El entrenador compartió en su comparecencia de prensa previa sus quebraderos de cabeza respecto al sistema que empleará en Ipurua. Aseguró que incluso se plantea la inclusión de tres centrales, sobre todo si Ignasi Miquel pudiese jugar aunque todo apunta a que no y a que le sustituirá Erick Cabaco, que se las verá con el 'Tiburón' Gustavo Blanco Leschuk. También contempla utilizar tres centrocampistas, con presumible vuelta del físico Njegos Petrovic, y en ataque tanto Myrto Uzuni como Jorge Molina –este, sobre todo, si Karanka decide jugar al Eibar como el Eibar juega a sus rivales– opositan para alinearse junto a José Callejón, que podría volver a asumir ese rol de mediapunta. Todo está abierto; incluso, alguna modificación en los laterales.
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