Blanca Samos posa con la camiseta del Granada en su casa de Jaén. R. I.
Blanca Samos

La pionera en el banquillo del Granada femenino

La entrenadora maracenera dirigió al equipo hacemás de dos décadas tras su fundación, una mujer en un fútbol copado por hombres entonces

Sábado, 14 de junio 2025, 18:39

El Femenino vuela alto gracias a los sacrificios del pasado. Más de dos décadas después desde su fundación, el conjunto rojiblanco vive hoy el momento ... deportivo más brillante de su historia. Tras lograr su mejor clasificación en Liga F –un quinto puesto– y en Copa de la Reina –semifinalista– esta última temporada, la sección afronta el desafío de mantener el nivel para afianzarse en la élite. Algo completamente inimaginable a principios de siglo para Blanca Samos, la primera mujer que se sentó en su banquillo.

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La contratación de Irene Ferreras como la nueva técnico del Femenino tras la salida de Arturo Ruiz revolvió el baúl de los recuerdos del club nazarí. La madrileña vivirá en Granada una nueva experiencia en su carrera gracias a una evolución sin precedentes en el mundo del fútbol, deporte considerado exclusivamente por y para hombres en otros tiempos. Así lo experimentó Blanca Samos hace no demasiados años.

«En el año 2004, no había equipos femeninos de fútbol 11 en la provincia, sí algunos de fútbol 7, pero sin apenas competiciones oficiales. Yo me estaba formando en el curso de entrenadores y conocí a mucha gente del mundillo. Un día me contactaron desde el Granada y me ofrecieron entrenar a la sección de mujeres, que la iban a lanzar desde cero. Recuerdo que socialmente no sentó demasiado bien, pero se siguió adelante», repasa la propia Samos.

La maracenera se convirtió en la primera entrenadora mujer de la entidad con una plantilla creada de la nada para pasar a competir a nivel nacional. «Más que un equipo, parecía una especie de selección granadina. Se firmaron a jugadoras de distintos clubes de la provincia. El Granada apostó por nosotras, pero obviamente quedaba mucho margen de mejora por delante», aclara.

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Samos se adentra en su memoria y rescata distintas imágenes de aquella época. Los entrenamientos en campos de albero a altas horas de la noche tras finalizar la jornada laboral, la ausencia de patrocinadores y medios... Por supuesto, la nula remuneración.

«Las condiciones no eran las que afortunadamente hay ahora. Teníamos equipaciones y chándal, pero solo los días de partido. Cada jugadora entrenaba con sus propias prendas y jugábamos en toda una Segunda división», señala.

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Entonces no existían otros campeonatos inferiores. El Granada femenino debutó en categoría oficial en un grupo delimitado por proximidad geográfica, con unos resultados excelentes que justificaron el 'experimento'. «Nadie conocía el potencial de aquel equipo. No sabíamos dónde podía llegar. Empezamos a ganar partidos y acabamos la liga en segunda posición. Nos faltó muy poco para disputar el 'play off' de ascenso», saca pecho la entrenadora.

Pese a su innegable amateurismo, las primeras futbolistas del Granada sembraron la semilla rojiblanca de cara al futuro. Nombres como los de Lula, Rivi o Thais situaron a la entidad en el foco del fútbol femenino, una disciplina en ciernes con un porvenir inesperado. «La plantilla tenía calidad. Contábamos con jugadoras capaces de ganar el partido por ellas mismas. Como no cobraban, les hacía contratos asegurándole minutos como aliciente para que se comprometieran a darlo todo por el club», revela.

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«Tenía que priorizar que jugasen todas, sin dejar a ninguna en el banquillo más de la cuenta. Si me hubiese centrado en las mejores, habríamos ascendido seguro», bromea la preparadora, alejada en la actualidad de los banquillos. A sus 46 años, Samos es maestra de Educación Física en un colegio de la Sierra de Segura, en Jaén.

«Me marché del Granada al año siguiente. La docencia siempre fue mi vocación, incluso desde pequeña. Cuando empecé a dar clase no pude compatibilizarlo con el fútbol. La verdad es que se echa de menos. Quise hacerme entrenadora de niña, cuando monté un equipo de fútbol sala en mi pueblo con mis amigas. Luego hice el curso y llegué a probar en el Maracena masculino en Tercera como ayudante», relata.

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Evolución

La vida del docente llevó a Samos a recorrer buena parte de Andalucía, pero nunca dejó de seguir al Femenino en sus siguientes pasos. En concreto, la última campaña de las rojiblancas no pasó inadvertida para la entrenadora. Un año cargado de éxitos en el que se consiguió conectar con el grueso de la afición, su principal triunfo.

«Obtener esos resultados consigue enganchar a la gente, todo el mundo se acaba sumando. Resulta crucial para crecer. Seguro que contar con gente como Laura Pérez o Alba Pérez ayuda también, pues son profetas en su tierra. Las niñas de Granada por fin tienen referentes en los que fijarse. Queda mucho por mejorar, pero la evolución desde mi año ha sido fantástica», reflexiona.

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La profesionalización es evidente, con contratos que permiten a las protagonistas vivir del fútbol sin depender de ninguna otra actividad y condiciones dignas recogidas en convenios sindicales. Hasta se empieza a ver con más frecuencia a mujeres entrenadoras, algo imposible antaño. «El deporte no tiene género, es salud y es de toda la sociedad. Considero que hay que combatir la brecha salarial que aún perdura, pero me siento orgullosa de haber aportado mi granito de arena y haber dado el paso como mujer», razona.

Su decisión, así como el de otras muchas, sirvió para abrir camino a las futbolistas y preparadoras del futuro como Irene Ferreras. «Tiene más experiencia, pero le diría que lo más importante es el vestuario. Si lo controlas, todo fluye. Hay que dominar las habilidades sociales y la comunicación para convencer a la jugadora», expone Samos en base a su etapa como nazarí.

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Toreros

El Femenino prepara este verano su cuarta campaña en la élite, la tercera consecutiva. Una situación muy diferente a la del equipo que dirigió la maracenera. «Recuerdo que en la Navidad del 2005 disputamos un partido benéfico contra un combinado de toreros. Estaban El Fandi, Jesulín de Ubrique, Juan José Padilla, Morante de la Puebla... Perdimos 5-2 y fue la primera vez que un equipo de chicas jugó en Los Cármenes», sentencia. Cómo –y cuánto– hemos cambiado.

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