Luis Milla se lleva las manos a la cabeza, contrariado. PEPE MARÍN
La temporada del Granada

Aferrado a un tren del que no quiere bajarse

LUIS MILLA ·

Destinado a ser uno de los líderes del Granada, el descenso ha desestabilizado su carrera y su deseo de seguir en Primera enturbia su etapa

FRAN RODRÍGUEZ

GRANADA

Sábado, 25 de junio 2022, 23:33

A Luis Milla se le dio una de las misiones más importantes de la temporada. No de forma explícita, pero sí de forma natural. Tras ... pagar un peaje en forma de lesiones en su debut en Primera, la del madrileño era una de las caras referentes del Granada que dejase atrás Diego Martínez. Recuperado de su dolencia en verano de 2021, asumió el papel de líder, amasando en su figura la importancia de los valores de la etapa con el 'chamán' y la ambición –al final desmedida– del proyecto de Moreno.

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Debía ser suyo el paso adelante y su acierto sobre el campo el que hiciera de bisagra entre los dos entrenadores. Con galones desde el minuto uno, la pretemporada limó físicamente a Milla para ver durante algunas jornadas su mejor versión. Eso sí, el equipo no terminó de acompañarle, sobre todo un Monchu inadaptado al centro del campo de Primera. A pesar de encontrarse a medio camino entre el interior que necesitaba el Granada y el excelente organizador que es, Milla tuvo continuidad y realizó soberbias actuaciones, como en el Camp Nou o ante el Sevilla.

Solo una lesión de poca gravedad minó su inicio. A la vuelta, encabezó la mejor racha del equipo, asumió el balón parado – incluyendo acertadamente los penaltis– y tocó a la puerta de Luis Enrique. Sin embargo, el posterior desplome colectivo le apagó. Y todavía quedaba lo peor. Asumido que la situación del Granada era pelear por salvar la vida y no por repetir machadas, apareció un debate ineludible pero inoportuno: el de su futuro. En plena batalla por la supervivencia, el foco se ponía en su posibilidad de salir. Y los guiños a otros clubes, para colmo, llegaron de su padre.

Así, en el último tramo se le vio sobrepasado, casi queriendo disipar dudas acerca de su compromiso. Voluntarioso, pero sin acierto. Engullido por la presión de saberse uno de los talentos a los que el granadinismo se aferraba cual si su cromo de Panini fuese una estampita sagrada. Una lesión a la media hora ante el Espanyol le hizo ver desde el banquillo cómo su vagón de Primera descarrilaba. Ahora busca aferrarse a otro que continúe en esa vía.

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