La penitencia de Víctor Díaz
Pausa de hidratación ·
Natural del Cerro del Águila, popular barrio a apenas treinta minutos a pie del Sánchez Pizjuán, Víctor Díaz Miguel –'homme d'equipe' y más humilde que un plato de migas– volvió a sentirse una pieza importante en el estadio donde soñaba con debutar desde chaveaEra su gran noche. Se dio un apretón de manos con su homólogo Jesús Navas –ambos capitanes, sevillanos, laterales diestros, canteranos y con el 16 ... a la espalda– y galopó hasta su posición. Recién renovado a la edad de Cristo, quiso reivindicarse como futbolista y no como mero motivador del vestuario –papel nada despreciable–. Criticado por un sector de la afición ingrato y desmemoriado, el portador del brazalete estaba dispuesto a tapar muchas bocas en el Viernes de Dolores: desde exjugador hasta trabajador de Inagra ha tenido que escuchar.
Publicidad
Natural del Cerro del Águila, popular barrio a apenas treinta minutos a pie del Sánchez Pizjuán, Víctor Díaz Miguel –'homme d'equipe' y más humilde que un plato de migas– volvió a sentirse una pieza importante en el estadio donde soñaba con debutar desde chavea. No solo su gol de coraje y casta en el 88, sino su compromiso al frente de una defensa de tres centrales que tuvo que recomponerse con la lesión de Torrente –en la que al comandante Germán le tocó acatar órdenes–, validaron su aprobado alto el día en que se examinaba ante su familia.
Hay un gesto, tras su testarazo igualador, recogido por las cámaras y rescatado por Alberto Vostaya en Twitter, en el que se dirige a Torrecilla preguntándole con insistencia si quedaban sustituciones: «¿Hay cambios?». Muestra indiscutible de su compromiso con el escudo de la bala y del rol fundamental que desempeña en esta plantilla juegue o no juegue.
El Martes Santo saldrá en procesión de su barrio la Virgen de los Dolores, precisamente los que no pudo despejar la noche del viernes de su cabeza a pesar de su gol. Pero Víctor no estará ese día en las calles del Cerro como un sevillano más, sino que se exprimirá entrenando en Granada, penitentemente, como un granadinista egregio. Sabe que el Granada, como el Señor, va a sufrir lo indecible, pero perro viejo como es se sabe cómo acaba la historia –ojo, spoiler–: al final resucita.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión