Hay disciplinas que hacen del orden un arte, como la arquitectura. El buen arquitecto organiza espacios donde antes no había nada, o incluso imperaba el ... caos. Hacer ciudad y lugares bellos para vivir requiere implantar un orden para funciones a desarrollar en espacios dotados de belleza. En el fútbol, la geometría inherente al propio campo de juego, la ocupación de espacios por parte de los jugadores de un equipo, y el orden que ello conlleva, guardan relación con esta disciplina. Los buenos jugadores leen los espacios vacíos y colocan el esférico en ventaja para sus compañeros; los buenos entrenadores posicionan a sus piezas adecuadamente sobre el rectángulo de juego para competir mejor.
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Al aprovechamiento de las aptitudes de los jugadores se contribuye desde el banquillo con la disposición correcta de los mismos. De este modo, un mismo equipo puede competir contra rivales de calidad superior si está bien organizado, o parecer una escuadra débil e incapaz ante rivales de su nivel si impera el caos. El Granada de Karanka renunció a uno de los tres centrales –Germán, expulsado por el ínclito Pizarro ante los levantinistas–, dotando al centro del campo de un miembro más, Collado, como mediapunta o volante libre. Luis Suárez suplió a un Molina lesionado. El resto de los hombres, los mismos que ante el Levante: Maximiano, Quini, Víctor, Domingos, Escudero, Milla, Petrovic, Puertas y Machís. Pero la disposición dictada por el técnico vasco sí fue manifiestamente distinta a la de su antecesor. Un 1-4-2-3-1, que redujo al mínimo los espacios al Atlético, incapaz de romper el sistema defensivo granadinista.
No se le podía pedir a Karanka una revolución milagrosa en apenas 48 horas. Es de alabar su coherencia en aprovechar el escaso tiempo tenido para dotar de tranquilidad al plantel –desquiciado en las últimas jornadas, sobre todo en casa ante Rayo y Levante–, convenciéndoles de un plan para puntuar ante el Atlético. Se evitó insistir en el caos anímico y posicional en que estaba sumido el Granada, que llevó a una media superior a dos goles en contra en los últimos seis partidos. En un equipo politraumatizado tras la debacle dominical ante el Levante, lo primero era contener la hemorragia y disponer vías para mantener sus constantes vitales.
Hay que afrontar dificultades heredadas y de nuevo cuño, pues no bastará el orden para vencer al Celta en la próxima jornada: la mejora en la contención deberá acompañarse de automatismos eficaces en creación y balón parado; las bajas por acumulación de tarjetas en la línea defensiva obligarán a proponer alternativas a buena parte de los hombres de atrás que tan buenas prestaciones ofrecieron en el Metropolitano, donde una pequeña luz de esperanza volvió a encenderse.
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