Casi sin quererlo
El 'doce' ·
La impericia de ambos equipos los llevó a una prórroga que ninguno deseaba y en la que las únicas oportunidades claras estuvieron en los pies de Diao, que rozó la nadería junto a WeissmanEl formato actual de la Copa del Rey resulta atractivo para las escuadras modestas agraciadas con la visita de rivales de Primera, pues viven la ... experiencia de un enfrentamiento que se celebra como una fiesta y, en ciertos casos, se culmina con una victoria inesperada que permite optar en la siguiente ronda a confrontar a otro rival de tronío para sanear sus arcas. Para muchos equipos de Primera y, sobre todo, de Segunda, además del riesgo de caer eliminados ante rivales menores, el torneo del KO es una obligación ante lo quimérico de llegar lejos en ella. En muchos casos, las eliminatorias aparecen como inconvenientes en la preparación de los duelos ligueros. Es el caso de la habida entre el Zaragoza –que tiene sus mejores páginas futbolísticas precisamente en la Copa– y el Granada. Ambos tiraron de rotaciones en sus equipos iniciales con la vista puesta en el próximo fin de semana liguero.
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El primer periodo respondió a las características propias de un partido copero, con movimientos en el marcador y alternativas en el juego. El Zaragoza se adelantó y pudo sentenciar con un penalti inventado por el árbitro y parado por Luca Zidane, se vio remontado por el Granada y empató en la prolongación de la primera parte. En sus dos goles salió retratado Ricard Sánchez, anticipado en el primero por Ares y reculando en exceso ante el mismo rival en el segundo. La reacción granadinista fue comandada por Rodelas, que sigue demostrando poseer una zurda de oro a la hora de propiciar magníficas asistencias a sus compañeros que en el primer gol rojiblanco aprovechó, esta vez sí, Weissman.
Los locales salieron más decididos a por la eliminatoria en la segunda parte pero sin crear ocasiones excesivamente claras. La reanudación tras el descanso mostró nuevamente a un Granada peor, incapaz de trenzar juego por la falta de un timonel para ello, pues ni Trigueros –con una incapacidad preocupante para adaptarse al ritmo competitivo del fútbol profesional– ni posteriormente Gonzalo Villar –cada vez más diluido– aportaron el temple, la calma y la fluidez que se requería. En el centro del campo solamente compareció con solvencia el incansable Sergio Ruiz. Lo de la delantera compuesta por Weissman y Diao rozó la nadería futbolística.
La impericia de ambos equipos los llevó a una prórroga que ninguno deseaba, y en la que las únicas oportunidades claras estuvieron en los pies de Diao, cerca del gol en dos ocasiones pero sin fortuna. El Granada pasó casi sin quererlo de ronda tras una tanda de penaltis que demostró los reflejos bajo palos de Zidane y su habilidad con los pies, transformando con excelsitud un penalti de la serie granadinista. Lo de Weissman lanzando mal penaltis tampoco merece mayor comentario.
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