Pacheta llegó, vio y venció. Del sabor de las victorias se puede escribir largo y tendido. Hay triunfos incompletos, que miran más al marcador que ... al juego, y los hay que dejan el poso de la faena rematada, absoluta e incontestable; y el de Riazor fue de estos últimos. Una conquista redonda por el fútbol exhibido, sobre todo en la primera parte. Fue una victoria para la esperanza por el 'play off'. Dejó muchas buenas noticias. Hubo llegada, dinamismo, posesión y pegada arriba. Y el fútbol fluyó tras mucho tiempo de claroscuros, gobernando el partido desde la medular, donde Villar fue una bendición. El duelo fue notable de todo el equipo, sobre todo del centro del campo hacia arriba, donde el Granada estuvo ágil, rápido e incisivo y tuvo en Trigueros al complemento perfecto.
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La visita a Riazor solo podía contemplarse desde la perspectiva del triunfo. El Granada y su nuevo entrenador lo tuvieron claro y actuaron en consecuencia de principio a fin. No solo no se dejó impresionar por el rival ni por el escenario, sino que respondió con una imagen más despejada y glamurosa, una competitividad sin parangón durante esta temporada. Poseedor del balón, de los espacios y de una clarividencia atacante gestada en la velocidad y en los movimientos constantes. Fue así un bloque homogéneo con un detalle de grosor: siempre supo lo que hacer con estilo, una novedad que ratifica el por qué ganó con esa autoridad incontestable en este desplazamiento.
La moda en el fútbol, atribuida al 'Cholo' Simeone aunque venga de mucho antes, es hablar del partido a partido como si mirar al futuro más cercano o hacer cuentas fuera solo un elemento de distracción. Todo el mundo las hace, también el Granada y el granadinismo, en este caso para la ansiada vuelta a Primera. Con la calculadora en mano, la victoria ante el Castellón, equipo que ya tiene los deberes hechos, es innegociable; absolutamente obligada. Con ella se cuenta en el vestuario y en el club para seguir soñando con el 'play off'. No hay margen de error. No desde luego ante un enemigo con más fútbol que puntos pero con el que el Granada no debería tener problemas si sale sin confianzas y con la concentración necesaria. No hay nada que importe más que eso.
La llegada de Pacheta ha provocado beneficios rápidos. El Granada sigue con vida y ha elevado las perspectivas. Ocurre que el retraso acumulado en la Liga ha sido tan grande que cada jornada es casi un ultimátum. Empezando por la visita del Castellón a Los Cármenes, donde un buen resultado alimentaría la esperanza y una derrota, la desesperanza. El tiempo se le echa encima al Granada. Y todo por no hacer a su hora lo que habría que haber hecho sin dilación ni miramientos: cambiar de técnico. Si Pacheta hubiera llegado al banquillo mucho antes, otro gallo cantaría.
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