Cinco futbolistas del Recreativo, camino del entrenamiento del Granada. Pepe Marín
Opinión Granada CF

El reto es tremendo

La otra mirada ·

Es tiempo ya de alzar los ojos y empezar a mirar de frente al futuro; se lo debemos todos a este club; se lo debemos al escudo

Justo Ruiz

Granada

Viernes, 24 de mayo 2024, 00:00

Por desgracia, como se veía venir ocurrió lo que nadie que sienta lo nuestro deseaba, el descenso a Segunda del Granada. Yo no sé hasta ... qué punto la plantilla rojiblanca era y es consciente de lo que estaba en juego, ya no solo el salvar la categoría que era materialmente lo más importante, sino el sentimiento –algo que no tiene precio ni se puede comprar– de tantas personas que toda la temporada se ilusionan o se desesperan con nuestros colores, que se sienten orgullosos en los triunfos y apoyan hasta quedarse roncos con lágrimas en los ojos en los peores momentos como este. Niños, jóvenes y de todas las edades, hombres y mujeres.

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En el último descenso del Granada se repitió hasta la saciedad que eso no volvería a pasar, pero por lo visto esa mala experiencia no ha servido de mucho. Hora es que de una vez por todas, y una vez que todos estemos más tranquilos, se pongan unos cimientos sólidos para que, partiendo de la categoría de plata, ese sentimiento por nuestro Granada sea el mismo en directivos, cuerpo técnico y jugadores. Y seguro que, si ese cariño que tiene la afición lo sienten ellos, este equipo volverá a hacernos llorar como otras veces, pero con lágrimas de alegría.

Cuando alguien compra un club sin haber tenido relación, ni sentimental ni deportiva con el mismo, pasa lo que pasa. Cuando se ficha jugadores en el ocaso de su carrera y se hinchan a otros casi desconocidos, pasa lo que pasa. Cuando unos directivos no se leen las normas de Real Federación Española de Fútbol y el equipo es eliminado a las primeras de cambio de la Copa del Rey, pasa lo que pasa. Cuando se cambia de entrenadores con la misma rapidez que los cubiertos de una cena de gala, pasa lo que pasa. Cuando algunos de ellos se van a los pocos días y nadie da explicaciones convincentes, pasa lo que pasa. Cuando se ficha a un director deportivo con poca experiencia y pocos conocimientos del fútbol español, pasa lo que pasa.

Atrás quedan pues esperanzas y perspectivas, la ilusión de mirar de tú a tú a los grandes del balón, el afán imperecedero de integrar a los nuestros entre las estrellas rutilantes del balón, la legítima presunción de encontrar la sonrisa franca o la acrobacia inmóvil que lucen los futbolistas en los cromos de colección en el espacio privilegiado reservado en el álbum a los equipos de Primera división. No se trata de pasar cuentas, ni de atribular a nadie, pero todos aquellos que se sientan un poquito responsables de esta hecatombe sentimental y deportiva, deben ser conscientes de lo que se espera de ellos. Es tiempo ya de alzar los ojos y empezar a mirar de frente al futuro; se lo debemos todos a este club; se lo debemos al escudo. Y se lo debemos a ese chiquillo al que nadie podía consolar mientras la hierba del estadio de Los Cármenes se fundía en gris durante los partidos de su Granada. El reto es tremendo, descomunal. Ahora se ha de recuperar la modestia de un recién descendido, pero siempre en consonancia con el orgullo de un campeón europeo; es preciso redimensionar el club en todas sus estructuras.

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