La afición asume ya la ineptitud de su equipo y ve cómo poco a poco se muere sin hacer ruido. Si en algún momento se ... propusieron insensibilizar a sus seguidores de bien, al que sufre y se cabrea, al que no come ni duerme cuando ocurre un desengaño como el último, pueden estar satisfechos. Están a punto de conseguir que el ambiente en Los Cármenes sea cada vez más frío. Los propietarios del Granada no han estado donde la dignidad y el honor obliga en los dos últimos años en los que el club se vulgarizó más allá del descenso. Se ha convertido en un conjunto chabacano, tan malo que ya no irrita ni a sus aficionados, que han asumido lo que hay, lo que tienen que tragar. Cada día sufren menos; cuestión de costumbre.
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El Granada se muere sin remedio. Para muchos, de hecho, hace tiempo que no existe. Lo han ido asfixiando sus mandatarios. El atentado se ha producido progresivamente, hasta paralizar todas las ramas del granadinismo. La constatación de la defunción inmediata recorre ahora todos los foros. Sus dirigentes le han hecho tanto daño que colman de indignación a decenas de miles de hinchas. No es casualidad que este Granada muestre evidentes síntomas de impotencia. Además de incapaz rayó de nuevo la desvergüenza. El partido ante el Eibar significaba mirar de nuevo a la promoción de ascenso, pero este equipo tan pobre y con tan poco espíritu no merece otra meta que seguir otra temporada más en el infierno.
Ante esta situación de futuro, el granadinismo ya no perdona a nadie. Plantilla, entrenador (ya destituido) y, sobre todo, sus mandatarios acaparan su diferente grado de responsabilidad para una afición que, en todo caso se sigue desgañitando en cada partido para dar aliento a los suyos. Lo seguidores volvieron a recibir otro jarro de agua fría, helada, congelada. La gente acudió al Zaidín con la idea de volver al 'play off' para abrir la puerta de un posible retorno a Primera y se encontró con que los de Fran Escribá decidieron repetir otra pobre imagen.
El Granada, tan inconsistente, tan irregular, ha convertido sus partidos ya en una moneda al aire. Este equipo es así. Es el sino de este curso inestable y repleto de altibajos, cuya resolución se producirá este sábado en un todo o nada tan inevitable como indeseable. Habrá que ganar en Riazor y rezar para que el Racing gane en Almería. Los rojiblancos necesitan un milagro y que sean capaces de liquidar al Deportivo. El problema está enfrente en su incapacidad habitual para generar fútbol e ilusión. En Coruña asumirá el mando Pacheta tras el despido tardío de Escribá. El nuevo entrenador tuvo opciones de dirigir al Granada y hasta se entrevistó con el club en el pasado, pero entonces no hubo acuerdo. Creo que su fichaje es un acierto.
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