Cinco días

Una situación tan habitual en fútbol como provocadora de un estado de incomodidad, malestar y desasosiego en los entrenadores transitorios, los cuales observan cómo su nombre se ve arrastrado por el margen del repertorio que cada día va saliendo a la luz.

La semana pasada, Sandoval programó los entrenamientos previos al partido frente a Osasuna de martes a sábado, ambos incluidos. Cinco días. Habrá estimado José Ramón que le venía bien disponer de ese número de jornadas para seguir haciendo feliz a la afición granadinista. A toda, que no a una parte de ella. Cinco días durante los cuales trató de convencer con más insistencia a sus jugadores de que, por encima de ellos, están los seguidores rojiblancos, todos, por lo que debieran abundar en el esfuerzo para proporcionarles algunas coordenadas fiables que refuercen su confianza en el futuro.

Cinco días en los que consiguió que el domingo su equipo, el Granada, desarbolara y redujera hasta la mínima expresión al adversario más compacto y sólido del campeonato: Osasuna. Cinco días para recuperar a un vestuario, a todo, y no solo a sus adeptos, que los tendrá dentro como es habitual en cualquier colectivo.

Cinco días estuvo recluido 'el salvador de Humanes' en la Ciudad Deportiva del Granada, tratando de que los gestores del club se percaten de que su nombre debe figurar también en el repertorio de futuribles para la próxima temporada. Cinco días, y sin hacer el más mínimo ruido. Todo un ejemplo.