Antonio Puertas, de espaldas tras fallar su penalti contra el Celta. Pepe Marín
Opinión Granada CF

Se mire por donde se mire

De rebote ·

La vida del granadinista es cruel, pensé mientras observaba a mi hija en el camino de vuelta a casa tras perder con el Celta y me acordaba de Puertas

José Quesada

Granada

Martes, 21 de mayo 2024, 14:33

La vida del granadinista es cruel. Se mire por donde se mire. Lo pensaba la noche del domingo de vuelta a mi casa tras el ... partido frente al Celta, mientras observaba con disimulo a mi hija Paula a través del espejo retrovisor de nuestro coche. Hizo el camino del Zaidín al Cerrillo de Maracena con la mirada perdida, observando al horizonte a través de su ventanilla y sin pronunciar palabra. Seguramente estaba rumiando el nuevo descenso del Granada. Su conciencia ya suma dos y, aunque su inocencia le hace pensar que el Granada pueda volver a subir el año que viene, mi experiencia me hace discernir que el del domingo pasado fue nuestro último partido en directo de nuestro equipo en Primera hasta vete tú a saber cuándo.

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Esa fue la principal razón por la que decidí acudir ese día a Los Cármenes a pesar de haber tenido un fin de semana complicado. Reconozco que por momentos pensé en no ir y ahorrarme un posible disgusto, otro más, pero después reflexioné que podría arrepentirme mientras me imaginaba cómo pudieron afrontar aquellos abonados de 1976 el último partido del Granada en Primera en 35 años. Y es que nunca se sabe, más vale aprovechar el momento por cruel que este pueda volverse.

La otra razón de peso para acudir al coliseo del Zaidín era despedir sobre el césped a uno de los grandes de la historia del club: Antonio Puertas, aunque a muchos les ha costado verlo y entenderlo. Él debió pensar lo mismo: tenía que despedirse de su estadio desde el césped, aunque tuviera la costilla rota. Había que aprovechar el momento por cruel que este pudiera volverse. Después falló el penalti para redondear una tarde y toda una carrera al más puro estilo granadinista. Desconozco cómo realizó él el viaje de vuelta del Zaidín a su casa, ni si también lo hizo con ojo pegado al espejo retrovisor.

La vida del granadinista es cruel. Se mire por donde se mire.

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