Dicen que la nostalgia es una emoción agridulce que surge al recordar, con cierta dosis de cariño, un pasado placentero a la vez que mezcla ... sentimientos de alegría, consecuencia de los buenos momentos vividos, y de tristeza, por no poder volver a vivirlos. Puede ser la palabra que mejor defina la situación emocional del aficionado del Granada a día de hoy.
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Y es que hace menos de un lustro el Granada se paseaba por Europa a pecho descubierto, era 'top-10' nacional y, además, era capaz de asomarse a las semifinales de una tercera competición simultáneamente como la Copa del Rey. Incluso después de esta época dorada, cuando parecía que la oscuridad se posaría de forma indefinida sobre Los Cármenes con aquel fatídico descenso, el posterior e inmediato ascenso de la mano de Paco López permitió a la afición volver a ilusionarse. En definitiva, podemos afirmar con rotundidad aquel dicho popular de «cualquier tiempo pasado fue mejor».
El Granada, a día de hoy, es un club que genera dudas, y, consecuentemente, un estrés emocional a todos los recursos humanos que dependen, directa o indirectamente, de él. No hay partido, ni noticia relacionada con la entidad, que no suponga una liberación de catecolaminas y cortisol en grandes dosis para sus seguidores. Fichajes tan inesperados como desconocidos, bajas de jugadores tan imprescindibles como irrepetibles dadas las circunstancias financieras actuales, así como las reglas para las inscripciones en la Liga; en definitiva, sin saber muy bien por qué, el Granada Club de Fútbol empieza a darnos señales como para preocuparnos.
El más mínimo atisbo de esperanza en Liga, un fichaje ilusionante o un minúsculo gesto de acercamiento por parte del club hacia la afición sería el clavo ardiendo al cual agarrarse para un abonado que se conforma con muy poco. Y es que al aficionado del Granada le basta con poder ir a Los Cármenes sonriendo e ilusionado. Simplemente con eso, la afición sería feliz. A día de hoy, ni eso es probable. Ni alarmistas, ni catastrofistas; simplemente, realistas. Reflexionemos pues.
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