GRANADA CF

De la ilusión por el proyecto más ambicioso a la debacle

Caparrós abanderaba al nuevo Granada que pretendía dar un salto y se marcha dejando al equipo colista y sin rumbo

Camilo Álvarez

Viernes, 16 de enero 2015, 23:38

Las cosas con el entrenador no se han hecho bien en este club. El Granada se ha cobrado a su tercer técnico desde que está ... en Primera división. Pero el pasado verano se sentaron unas bases distintas. Tras ver el complicado proceso que vivió Lucas Alcaraz, que se marchó tras salvar al equipo 'in extremis', la directiva quiso desterrar algunos de los fallos que le habían llevado a un sufrimiento innecesario. El nuevo entrenador debía cumplir algunos requisitos, sobre todo tener experiencia en el fútbol de élite e ilusionar a una afición desencantada. También se quería intentar traer a alguien que ofreciera un fútbol algo más atractivo, que 'enganchara' definitivamente a la hinchada y que esta, a su vez, se dejara llevar por el entusiasmo para sumar socios. La cláusula prohibitiva de Paco Jémez y el no de Laudrup alejó esa posibilidad. Y en medio de este proceso apareció la opción de Caparrós, que pasó de tener hecha su renovación con el Levante a ser el nuevo entrenador del Granada. En apenas dos reuniones se cerró el acuerdo.

Publicidad

La cantidad a percibir (1,5 millones por curso) y las dos temporadas firmadas evidenciaban la confianza depositada en el utrerano. A él se le encomendó la misión de asentar al Granada en Primera división, de desterrar sufrimientos innecesarios, de subir un peldaño más. También tuvo voz y voto en la confección de la plantilla, algo que no pueden decir sus antecesores. Además, en un segundo plano emergía la nueva Ciudad Deportiva, la casa propia del Granada en la que un técnico que presta especial atención a la cantera podía ejercer una labor interesante.

El viento parecía soplar a favor, de cara. La pretemporada puso de manifiesto que el utrerano es un preparador exigente en el aspecto físico. Los futbolistas aseguraban estar trabajando más que nunca para preparar el curso con garantía. En cuanto a su fútbol, Caparrós no engaña a nadie y desde sus inicios se ha caracterizado por su bloque consistente defensivamente con contragolpes letales. La pretemporada no fue brillante en cuanto a juego pero acabó invicto. Los resultados parecían estar asegurados.

Las buenas sensaciones se confirmaron en un arranque liguero casi perfecto. El debut en Los Cármenes expuso lo que todos esperaban, un equipo con carácter que no daba nada por perdido hasta el último minuto. Supo remontar ante el Dépor para brindar la primera -y única- victoria en casa de la temporada. Pero ya ahí se vio lo que luego sería este Granada en una primera parte para olvidar.

Una semana después dejó escapar un nuevo triunfo en Elche en los últimos minutos. Pero la imagen colectiva fue buena, igual que en la tercera jornada contra el Villarreal en casa, en la que se empató sin goles pero un arreón final que no logró premio dejó satisfecho al público de Los Cármenes. En San Mamés la ilusión se desbordó. Un solitario gol de Jhon Córdoba, el fichaje más caro del curso, sirvió para encumbrar a Caparrós. Nadie imaginaba lo que estaba por llegar.

Publicidad

Porque desde entonces se ha encadenado una decepción tras otra. Catorce jornadas sin ganar dejan un balance desolador en el seno granadinista. El conjunto rojiblanco es colista, con 14 puntos y a dos de la salvación, pero su próximo rival es el vigente campeón, el Atlético de Madrid, y además en su campo, así que la empresa se presenta casi imposible. Luego, el Granada viajará a La Coruña en un duelo a muerte. La racha sin ganar, la peor de la historia -iguala a una vivida en la década de los setenta-, es un lastre demasiado pesado. Pero no es el único argumento para tomar esta decisión. Porque hay imágenes que hablan por sí solas. No solo los resultados le han golpeado. También sus planteamientos y sus decisiones han precipitado los acontecimientos.

Sevilla

Fue en su casa, en el Ramón Sánchez Pizjuán, donde se encendieron las alarmas a finales de noviembre. Allí cayó el Granada con estrépito (5-1), y allí los jugadores mandaron el primer mensaje. Que no había sintonía futbolística entre la plantilla y el entrenador era evidente, pero cuando le retiraron su apoyo en el campo ya no había manera de remontar la situación. Con la soga al cuello reaccionó y tomó decisiones que provocaron una leve mejoría que no se tradujo en resultados.

Publicidad

En Córdoba se tocó fondo. El equipo volvía fresco tras las vacaciones pero la cabeza seguía espesa. Un rival directo y débil por entonces se llevó los tres puntos ante un equipo moribundo. A pesar de ello, desde la directiva se insistía en que no se tomarían medidas drásticas. Pesaba más el obstáculo económico -la ficha de Caparrós- que los argumentos deportivos del utrerano.

Lo ocurrido en el Sánchez Pizjuán, donde cayó también Anquela hace dos temporadas, el pasado miércoles ha precipitado los acontecimientos. El convencimiento de Pina en su entrenador se desvaneció. Las cuentas no cuadraban pero había que actuar. Su equipo se había arrastrado en la Copa. Los jugadores no pensaban poner más de su parte para mantener al utrerano en el banquillo. Mientras, Caparrós agradecía con evidentes gestos en directo, en mitad del partido, el cariño que su antigua afición le brindaba.

Publicidad

Se marcha por la puerta de atrás, con un escueto mensaje de despedida a través de su página web. Su discreto adiós corresponde con su discreto papel en Granada. Su paso por el club rojiblanco se califica solo: decepción. Su experiencia, su amplio currículo y una buena campaña de marketing detrás le han permitido vender el producto a la perfección, pero sobre el papel no se ha correspondido con todo lo que se esperaba.

Joaquín Caparrós se va de Granada con la imagen muy dañada. Porque tanto aquí como desde fuera se tenía la impresión de que había futbolistas para ofrecer otra cosa. Su empeño por un sistema que no concuerda con las características de sus jugadores, su falta de reacción, de un plan B que diera otra cara al equipo, su discurso arcaico... le condenan a no acabar ni siquiera la primera vuelta de la primera temporada de las dos firmadas. Quizá su adiós tenga la llave del éxito.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad