Myrto Uzuni, sobre el césped, en el partido en el Santiago Bernabéu. AFP
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Myrto para los amigos; para los húngaros, 'Mito'

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El albanés solo necesitó una temporada en la liga magiar para convertirse en una estrella para la afición del Ferencvaros, pero antes vivió una vida llena de dificultades

Jueves, 10 de febrero 2022, 00:08

Los rápidos pies de Myrto Uzuni (Berat, 1995) no siempre bailaron sobre el verde césped. Antes, los endureció una Tierra que giraba contra su familia. ... Los Uzuni, por desgracia, no eran una excepción en Albania, sino una de tantas familias para las que un día es un partido en un torneo del 'KO'. Apostando sus pocos ahorros, Myrto y su familia buscaron en Grecia un futuro mejor.

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Allí, donde la mitología engulle la realidad, empezó a soñar que algún día jugaría al fútbol. «Lo tendremos todo», prometía Myrto a su familia, soñando con los ojos abiertos. El primer revés llegó cuando se le prohibió jugar en Grecia por ser 'ciudadano ilegal'. Mientras la ley le ponía la zancadilla, él aprendía a regatear con los vídeos, relatos y fotos que le llegaban de alguien a quien pronto tomó como maestro: Cristiano Ronaldo.

En Grecia le cerraron todas las puertas, pero se abrió una ventana. Regresó a Berat, precisamente apodada 'la ciudad de las mil ventanas'. Empezó a jugar en el filial del Tomori. Sus pies seguían bailando rápidos, volando lejos del pasto. Jugaba en tierra, a menudo embarrada.

En 2013, el primer equipo del Tomori le convocó en Copa, debutó y la primera pelota la hizo gol. Luego hizo otro para firmar un doblete. Fue el principio de una escalada vertiginosa, de capítulos cada vez más frenéticos y dulces para Myrto y su familia, a la que jamás descuidó. Duró un año en Segunda.

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El Apolonia Fier de Primera lo firmó en 2015. 26 partidos y seis goles más tarde, Uzuni fue objeto de un traspaso de 20.000 euros para pasar a jugar en uno de los grandes, el Laçi. Ni siquiera este club asentado en la élite albanesa pudo retenerlo más de un par de campañas. Eso sí, Uzuni participó como blanquinegro en la Europa League. Cada vez estaba más cerca de su sueño. Aquellos 20.000 euros desembolsados por el Laçi sonaron a broma cuando el Lokomotiva de Zagreb llegó con una oferta de 350.000.

No hubo miedo en la ilusión de Uzuni, que devoraba en pocos años todas las etapas que la vida le negó en su dura juventud. En Croacia jugó 69 partidos en dos años para hacer 20 goles y dar 16 asistencias. Le llamó también la selección albanesa. El segundo año, se clasificó para la 'Champions'. El Lokomotiva apenas tenía que ganar un par de rondas para acceder a la fase de grupos. Sin embargo, tuvo una corazonada y aceptó una gran oferta del Ferencvaros para irse a Hungría.

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De repente, se sintió en casa. Se colocó el '77' en la espalda en honor a su ídolo portugués. No sabía que el destino le iba a hacer un regalo que jamás habría pensado en Grecia o Berat. Uzuni fue fundamental en la clasificación para la fase de grupos. Las bolas del Ferencvaros y la Juve salieron en el mismo bombo.

Y entonces, el sueño se hizo realidad. Sonaba el himno de la 'Champions' y Cristiano le chocaba el puño. Controló sus nervios y el primer balón que cazó, lo enchufó dentro. Corrió a la banda, saltó y grito '¡siuu!', como su ídolo, que lo observaba casi ruborizado. Se cambiaron las camisetas y lloró al fin de felicidad. Quizá por aquellas lágrimas, del barro brotó césped.

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Myrto se metió a la afición en el bolsillo, empezó a golear cada jornada de una liga que levantaría como campeón y siendo el mejor jugador de la misma. También se entregó fuera del campo, en cada acción benéfica para ayudar a los que, como él, viven una difícil infancia. En Hungría lo tienen claro. Se marcha su querido Myrto, pero queda el 'Mito' Uzuni. «Un verdadero modelo a seguir, un corazón desnudo, un guerrero cuyo diccionario no tiene la palabra imposible. Con su deseo de ganar, sus regates y su mentalidad invencible, se coló en nuestros corazones», lo despidió el Ferencvaros.

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