Muere a los 71 años Ángel Castellanos, exfutbolista del Granada y presidente de honor rojiblanco

Ángel Castellanos Céspedes nació en Miguelturra (Ciudad Real) el 15 de noviembre de 1952. Comenzó su trayectoria en el Manchego y, tras pasar por el Tarrasa y el Sabadell, con el que debutó en Primera división, firmó por el Granada en 1972. Castellanos se enamoró de Emi y de la ciudad, gran amante del Albaicín, con solo 20 años, y tras cuatro temporadas en el club se marchó al Valencia. Como rojiblanco alcanzó la internacionalidad con España, con la que debutó en Dinamarca en partido oficial clasificatorio para la Eurocopa de Naciones, con victoria (1-2) un 25 de septiembre de 1974 bajo la dirección de Ladislao Kubala. Jugaría dos partidos más: en Argentina, por la II Copa de la Hispanidad, y en Escocia, también clasificatorio para la Eurocopa.

Bajo su «acusada fisonomía bíblica», como una vez lo describiese Andrés Cárdenas, Ángel Castellanos era considerado como el compañero perfecto en sus equipos. Era un jugador 'pulmón', capaz de actuar tanto en la defensa como en el centro del campo. Un especialista defensivo, maestro de la cobertura, que, como los buenos futbolistas, hacía mejores a los demás. «Yo nunca dejaba de entrenar. Era mi forma de entender el fútbol; como tiene que ser. Me esforzaba por ser ejemplar. Un compañero me admitió una vez que si marcó tres goles al Espanyol en un partido fue porque yo le dije que podía subir, que me quedaba atrás por él», comentó divertido durante un reportaje con IDEAL en 2019. El fútbol le brindó «amistades por toda España».

Aunque se despidió del Valencia tras un triste descenso a Segunda, Castellanos vivió muchos momentos felices como che. Entre ellos, el título de Recopa de Europa que alzó ante el Arsenal tras anotar él mismo el penalti decisivo de la tanda. «Di Stéfano, que era el entrenador, me cogió y me dijo que tirara mientras otros compañeros iban y venían. 'Ángel, usted', me dijo», navegó entre sus recuerdos en aquella entrevista. «Lancé fuerte al larguero, y aunque se me subió todo porque creí que salía, entró. Algunos todavía creen que fallé», rio.

Su figura anduvo casi siempre acompañada por una frondosa barba que empezó a lucir para ocultar una herida. «Me dieron sin querer con la bota en un entrenamiento y me tuvieron que coser trece puntos sobre el bigote. Cuando se acercaron a verme tirado en el suelo se asustaron. Sin embargo, al domingo siguiente jugué contra la Real Sociedad», rescató. Tanto en el Valencia como en la Selección antes le pidieron que la afeitara. «Yo les decía que a mí no me molestaba», se encogía para justificarlo.

Ángel Castellanos quiso retirarse como futbolista en el Granada y en 1986 pasó de jugar en Primera división con el Valencia a hacerlo en Segunda B de nuevo como rojiblanco. Colgó las botas con 127 partidos oficiales entre sus cinco temporadas en la entidad. A partir de ahí pasó a tener funciones como técnico dentro del organigrama del club. En julio de 2017 fue nombrado presidente de honor «merced a su extenso currículum como jugador y por saber representar fielmente sus valores», reconoció el club.

En su comunicado, el Granada lamentó «profundamente» la pérdida de Ángel Castellanos, a quien citó como a «uno de los futbolistas más importantes de la historia rojiblanca», y envió sus «más sinceras condolencias» a la familia. También quiso transmitir su «más sincero pésame a sus familiares y amigos» el Valencia, que además anunció que se guardará un minuto de silencio en su honor en Mestalla antes del derbi contra el Villarreal a las 21.30 horas. «Siempre estará en nuestra memoria. Descanse en paz», le despidió el conjunto che, para quien será «eterno». A estos reconocimientos se sumaron la Federación Española (RFEF), LaLiga y muchos clubes del fútbol español.

Lucas Alcaraz dedicó a Ángel Castellanos un emotivo mensaje en redes sociales: «Quien te ofrece su amistad de forma incondicional siempre está contigo aunque se vaya». «Lo admiré como jugador, primer internacional que vi en mi equipo, y me ayudó mucho siendo directivo y yo entrenador de mi Granada», escribió, enviando «un abrazo fortísimo» a su viuda Emi y a sus hijas.