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Miguel Rubio salta para celebrar su gol. PEPE MARÍN
La crónica

Miguel Rubio llega a tiempo

El central disipa la bruma en una noche angustiosa y deja los tres puntos para un Granada que acaba pidiendo la hora

Viernes, 21 de octubre 2022

Miguel Rubio llegó justo a tiempo para disipar la bruma en un partido que se estaba poniendo peor que mascar cerillas. Estaba el ingeniero aeroespacial ... en el sitio adecuado a la hora convenida para marcar y propulsar el triunfo del Granada, que acabó escondiendo hasta los balones para evitar disgustos. Tácticas cicateras, de categorías subterráneas, para prevenir del desastre que estuvo a punto de propiciar un Zaragoza con más arrojo que otros huéspedes previos y que acabó acogotando a los rojiblancos.

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El equipo sigue invicto en casa, pero cuando los encuentros se le embarran, le cuesta mucho avanzar. La mejor lección es que, pese a la falta de claridad y los sustos provocados por el rival, sobrevivió indemne y puso el candado después de su gol. Sin más pivotes que los titulares, Karanka tuvo que reclutar escudos y dejar que las balas silbaran por el aire y que nunca dieran a Raul Fernández.

Granada

Raúl Fernández; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Víctor Díaz, Quini; Bodiger, Meseguer, Antonio Puertas, Uzuni; Óscar Melendo; y José Callejón.

1

-

0

Zaragoza

Cristian Álvarez; Fran Gámez, Lluís López, Jair, Gaby Fuentes; Manu Molina, Jaume Grau, Larra, Puche; Bermej (Vada, m. 46); y Gueye.

  • GOL: 1-0, m. 47: Miguel Rubio.

  • ÁRBITRO: González Francés (comité canario); en el VAR, Pérez Pallás (comité gallego). Amonestó a los locales Bodiger (m .39), Aitor Karanka (técnico, m. 63), Uzuni (m. 69), Meseguer (m. 77), Víctor Díaz (m. 84) y Jorge Molina (m. 90+5); y a los visitantes Carcedo (técnico; m. 90+4) y Lluís López (90+5).

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 12 de LaLiga Smartbank, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 15.259 espectadores.

Volvió gran parte de la estructura que goleó al Sporting, pero la actuación fue muy distinta, escasa de dianas y de soltura. Faltaron Jonathan Silva, lo que obligó a recolocar a Quini en la izquierda; y Njegos Petrovic, situación que permitió una segunda titularidad consecutiva de Víctor Meseguer. Un futbolista al que la afición aún está descubriendo, pero al que le falta cuajo para gobernar los encuentros desde el balón.

El Zaragoza se dispuso a desquiciar a los locales desde muy pronto. Acudió hasta a la superstición, cambiando de campo al Granada en la primera parte. No impidió una primera escapatoria de Quini, que sacudió un centro al área al que no llegó por poco Puertas.

Fue un hecho aislado, porque los maños pronto se emplearon duro en el acoso, pegajosos como moscas en agosto. También había chispa en su ataque, como demostró en una subida Larra que tuvo que interrumpir Quini con una carga al borde de la ilegalidad. De ahí se pasó a una protesta de Puertas en el área, aunque no pareció punible. El árbitro quería elevar el listón de las infracciones y se moderó mucho en los castigos. La secuencia continuó y Uzuni llegó a sacar un disparo lleno de pólvora, ante el que Cristian Álvarez respondió con una estirada chiclosa.

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Repelía la zaga rojiblanca y se fajaba arriba el resto, aunque con bastantes complicaciones para colarse entre la maleza enemiga. Ricard encontró un filón por su costado. Se apoyó en Puertas para asistir a Callejón, pero el lanzamiento del motrileño no adquirió el rumbo correcto.

Estaba insistiendo el Granada cuando, de una pelota llovida, el espigado Gueye cedió la pelota atrás para Bermejo, que armó un chut escupido por el poste. Se hizo un silencio perturbador entre el bullicio, pues los rojiblancos seguían sin encontrar el ritmo, aunque Puertas intentó un golpeo que le salió manso y Ricard aguijoneó otra vez tras un cambio de orientación maravilloso de Víctor Díaz. El lateral penetró, Meseguer propició la carambola y se la regaló para que tirara de zurda, chocando en el intento con Quini, también a la caza y captura del esférico.

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Se corroboraba que el Zaragoza no venía a acobardarse y que le interesaban los vaivenes ante un Granada que suele decaer con el paso de los minutos. Carcedo tuvo que renunciar a Bermejo en el descanso y pronto se llevaría un sopapo. Los visitantes alejaron un córner hacia el cierre rojiblanco, que era Quini. Este, en lugar de colgarla al área, chutó desde Marte, con tan buena dicha que el balón le llegó a Miguel Rubio, libre de marca y sin estar en fuera de juego. El central se convirtió en Ronaldo Nazario y concretó sin pestañear.

Quini no tuvo tiempo de celebrar la asistencia pues había notado un tirón justo en el momento de su golpeo. Debutó Pepe Sánchez, canterano irredento, descubrimiento de Diego Martínez. Se fue directo al lateral derecho para mandar a Ricard a la izquierda, que conocía el perfil de sus tiempos en Lugo.

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El gol, una vez más, liberó al Granada. Callejón pescó una bola y la trasladó hacia la vanguardia. Divisó a Bodiger, cuyo centro repelió al palo Lluís López. Cristian Álvarez se debió persignar. Luego, otra vez con Rubio de protagonisa, que le cogió el gusto a quedarse de 'palomero', pero al que cazaron tras las líneas enemigas en un nuevo balón a la red.

La corneta ya sonaba y Callejón apretó en una escabechina por la derecha que Álvarez palmeó cuando ya iba al agujero. El costero se llevó una tacada en el brazo de Fran Gámez ante el que el árbitro no señaló nada. Todo prosiguió y Giuliano Simeone se escurrió tras la zaga y llegó a embocar ante Raúl. Por suerte de los anfitriones, hubo fuera de juego milimétrico del hijo del Cholo. Karanka se llevó una tarjeta protestando al ver la sangre en Callejón.

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El Zaragoza se resistía a claudicar y Uzuni se calentó en una aproximación, al quejarse de un posible córner. Karanka intervino presto. Puso retaguardia de tres centrales con Ignasi Miquel y mandó enfriarse al albanés para poner dos puntas arriba, con Molina y Callejón, quien intentó un gol olímpico, inspirado, y luego le puso un servicio con música al alcoyano, al que le costó retorcerse para el remate.

Para tirarse de los pelos fue lo de Puertas, en un jugadón exquisito que quiso alargar con un recorte antes de culminar pero se le enredó ante un obstáculo y se derramó. No era una noche para clemencias y hasta los recogepelotas se exiliaron, bajo la instrucción de alguien astuto que no quería más balón que el del verde. El Zaragoza coleaba y el Granada ponía el pestillo. Entraron Bryan y Rochina, pero el que casi empata fue el visitante Mollejo. Los recién entrados tuvieron también su ocasión, pero ya en el alargue.

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Se empezó a pedir la hora incluso antes de la prolongación desde la grada, gesto de veladas sufridas. Lo que fuera para que no hubiera incidencias, como si se celebrara el mismísimo 'play off' y todo valiera. Al menos, Rubio llegó puntual para que no hubiera males mayores. Ganar bien valió la angustia, aunque no sea muy recomendable para enfermos cardiacos, ni para impacientes.

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