Lucena, abrazado por Jorge Pascual y Sergio Ruiz ante el Zaragoza en casa. J. M. B.

Opinión Granada CF

Sombras y latidos

La otra mirada ·

El Granada tiene un entrenador que hace virtud de la mesura y la sensatez táctica

Justo Ruiz

Granada

Viernes, 21 de noviembre 2025, 20:09

El Granada vivió un carrusel de sensaciones en El Sardinero. Soltó un primer acto terrible, donde encajó dos goles y no supo frenar al Racing ... de Santander, pero gracias a su mejoría en la segunda parte y los tantos de Pascual y Arnaiz igualó la contienda. Volvió a mostrar sus dos caras, una cargada de sombras y la otra con latidos. Es verdad que esta Segunda división es eterna, pero la sensación de mal sabor por lo que casi siempre puede ser y casi nunca es resume la trayectoria de un Granada en la zona baja. El partido en tierras cántabras es el reflejo de este equipo inacabado y con buena pinta, que amaga bien y que vive con más sensaciones que puntos, que son lo que de verdad vale. Los de Pacheta están vivos y responden.

Publicidad

Quedó claro en Santander, donde volvieron a exhibir una capacidad de reacción cuando todo estaba perdido. El Granada, por fin y tras un arranque liguero con muchas dudas, ofreció en el segundo acto una imagen lúcida, un punto en el que creer que la permanencia sin sufrimiento es posible. Importa poco la belleza armónica en esta Segunda. No es cuestión de estética, está visto. El equipo sabe competir. Es lo que le piden, lo que necesita el club y su gente. Con una capa de pintura y algún ornamento sería bien otro, pero no se debe esperar hermosura ni sublimidad entre muros. Ahí adentro saben que, al final, serán juzgados más por su solidez, al cabo eficacia, que por su arte. Mandan los resultados y se aceptan los riesgos que el asunto conlleva.

Decía Eduardo Galeano, con su hipnótica sencillez descriptiva, con esa asombrosa facilidad para ilustrar con las palabras, que a la hora de un partido para el aficionado la ciudad desaparece, la rutina se olvida y solo existe el templo. El templo, el estadio, ese espacio sagrado al que es imposible ser infiel y al que cada dos semanas acuden los hinchas envueltos en la simbología de su equipo, con ánimo de comulgar con los suyos y con una liturgia religiosa. A ese lugar de culto, a Los Cármenes, está llamado en masa el granadinismo para apoyar a los suyos en el derbi ante el Córdoba. Al final será lo que ocurra sobre el césped. Sin talento en el verde, lo que sucede en la grada se relativiza.

Pero este Granada tiene cosas. Tiene la chispa de la juventud, varios veteranos con sabiduría, aplomo y todavía oxígeno en las piernas. Tiene un entrenador que hace virtud de la mesura y la sensatez táctica. Y tiene un plan. No hay nada más vacío que un estadio sin gente, nada más mudo que las gradas sin nada. A los seguidores les corresponde llenarlo de magia y al equipo recompensarles con un partido a la altura del fascinante ambiente de aliento que se va a encontrar en la grada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad