El Granada, en situación límite
Alexander Medina ha dejado de ser entrenador y el bueno de José Ramón Sandoval asumirá la tarea casi imposible de escapar del descenso en las diez jornadas que le restan al conjunto
El Granada se presentó en Mallorca con un hilo de vida, pero solo porque lo dicen las matemáticas. El resto fue una vergüenza, un espectáculo ... indigno para la afición granadinista, que no merece a este equipo, a esta banda de jugadores sin espíritu. Las sensaciones mostraron a un cadáver, a un bloque sin alma, sin intensidad y sin el mínimo carácter exigible para pelear por algo tan importante como eludir el descenso. Fueron solo uno, pero pudieron ser más porque el conjunto balear disfrutó de la terrible debilidad de este Granada, que salió derrotado y con un insoportable olor a azufre del 'infierno' de Segunda, pero sobre todo es que a este nivel el equipo rojiblanco no puede ganarle a nadie.
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La marca de la presidenta china y sus acompañantes alcanza así su apogeo de desprestigio y deshonra, que poco a poco están dañando a una de las más prestigiosas y queridas propiedades de esta tierra.
El Granada ya no puede salvarse y nada tiene que ver en ello su magnífica afición, esos seguidores que son los únicos que mantienen viva la llama hermosa de lo que en el fondo significa el granadinismo. Pero a pesar de estos mimbres honrados que no se merecen lo que está sucediendo, el llamado Granada CF está dejando de existir, lo están destruyendo entre varios. Una cosa es el deporte y otra distinta el negocio.
Desde hace mucho tiempo, el Granada es un equipo vacío y sin contenido. Es un plantel que se sustenta casi sobre la nada, con unos finísimos alfileres que a la más pequeña contrariedad se rompen con la misma sencillez con la que caen los castillos de naipes. En esa situación, cuando al final tu destino se reduce solo a jugar al fútbol, a nada ajeno, a nada más que a eso, el problema termina siendo el propio fútbol. Que no hay. Esto que hace el Granada es el antifútbol.
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En la pésima situación hay muchas causas que se han recordado ya: la mala planificación en verano, tanto del club como del cuerpo técnico; el escaso trabajo táctico desde el inicio; la ruina en defensa; el mediocre rendimiento de muchos de los refuerzos y también de otros jugadores que fueron claves el curso pasado; el egoísmo de una parte importante del vestuario, la falta de previsión en diciembre, donde hubo que fichar como mínimo un delantero; la elección equivocada en los revulsivos en el banquillo con Alexander Medina…
El Granada se ha convertido en una trituradora de entrenadores esta temporada. El pasado martes se produjo la última destitución al frente del banquillo rojiblanco. El uruguayo Alexander Medina ha dejado de ser entrenador y el bueno de José Ramón Sandoval asumirá la tarea casi imposible de escapar del descenso en las diez jornadas que le restan al conjunto hasta final de curso. El nuevo técnico tiene ante sí el reto casi imposible de remontar al menos trece puntos en apenas diez partidos. A entrenador nuevo, incógnita segura.
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