Periodo de prueba agotado en el Granada

Hay tiempo de sobra. El calendario es eterno, con cuarenta y dos fechas. Pero también es cierto que de las veintiuna jornadas en casa, ya se habrán consumido tres cuando solo acabamos de terminar agosto. En las cuentas de la mayoría de los aficionados granadinistas, tras ver el orden del primer tramo de Liga, se aspiraba a terminar el partido de esta semana con, al menos, dos cifras en el casillero de puntos. Y es que lo único que es claro, cristalino y objetivo en este tenebroso mundo del fútbol, es que los el valor de los puntos es el mismo en agosto que en abril. Aquellos equipos que suman al comienzo y no dejan los deberes para las postrimerías suelen ser los más exitosos porque poco a poco se dan cuenta de lo capaces que pueden llegar a ser. Sin ir más lejos, tenemos el ejemplo del Girona de la temporada pasada en Primera.

Por el contrario, existe el caso opuesto. Equipos, a priori llamados a ser trasatlánticos de la categoría y que, en este primer mes de competición, encadenan varios resultados inesperados de modo que empiezan a trastabillar y, en muchos casos, esto acaba en descarrilamiento. Málaga, o el mismo Deportivo, son ejemplos de ello. Por lo tanto, hay que reaccionar. Con la plantilla cerrada definitivamente y tras tres jornadas de adaptación, la garantía del producto ha tocado a su fin. Toca espabilar. Los Cármenes lo va a exigir, y es que el socio no va a permitir que el equipo se deje llevar de forma anárquica durante el curso, como ya ocurriera en ciertos momentos de temporadas previas. Reflexionemos pues.