El granadinismo aguanta el bochorno

Raquel ocupó rápidamente el primer asiento de uno de los tres autobuses que dispuso el 'G19'. Viajaba sola, pero acompañada al mismo tiempo. «¿Nos vais a hacer fotos? Venimos muchos», preguntaba nada más ver la cámara de IDEAL, aunque lo suyo era el micrófono. «¡Vamos mi Granada, vamos campeón!», lideraba los cánticos por carretera tras dejar atrás el desayuno de Loja.

Luca la seguía con su bufanda, de pie encima el asiento. «Tiene tres años y ya se sabe el himno mejor que nadie. Y el del Sevilla, el del Betis...», confirmaba su padre Alberto. El pequeño no emitía sonido alguno, embobado durante el viaje, pero no paraba quieto. Tampoco el resto de rojiblancos, que 'escaparon' del vehículo en cuanto se coronó El Arcángel. También quisieron hacerlo del mismo ante el vendaval de Álex Sala, pero aguantaron –la mayoría– por el escudo al que representan. Por cierto, Zinedine Zidane acudió al palco para no perderse el enfrentamiento de sus hijos Luca y Théo.

La afición mantuvo un comportamiento ejemplar hasta que estalló. Respetó el himno rival, se hermanó con la cordobesista –los 'You'll never drink alone' se reunieron con el Frente Penitente– y sufrió más que ninguna, como siempre. No pudo más y cantó contra la directiva, la plantilla y Escribá. La paciencia se agotó.