Diego Martínez: el 'chamán' que cambió la historia
PERFIL ·
El entrenador llegó a un club deprimido en Segunda división y lo llevó a soñar por Europa, sin miedo a nadieFue un 14 de junio de 2018. Esa fecha también marcó la historia del Granada. Ni siquiera fue la primera opción para ocupar el banquillo ... del Granada en aquella segunda campaña en Segunda división –lo era Francisco–, pero el fichaje de Diego Martínez acabó convirtiéndose en la mejor decisión que un directivo del club rojiblanco ha tomado en su historia. Firmó por una única temporada con el aval de su trayectoria al frente del Sevilla Atlético y como ayudante de Unai Emery en la primera plantilla hispalense, pero precedido por una campaña al frente de Osasuna en la que no consiguió el objetivo de la vuelta a la máxima categoría. Y sin embargo, Diego Martínez lo cambió todo.
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El entrenador vigués tenía ya un vínculo emocional con la provincia. Se formó en la Facultad de Ciencias del Deporte, hizo sus pinitos como entrenador en el Imperio de Albolote, el Arenas de Armilla y el Motril y conoció a su mujer, con la que luego tuvo una hija. Su llegada sembró dudas entre la afición, ya que llegaba a un equipo deprimido que había encadenado un descenso catastrófico y un triste décimo puesto en Segunda en las dos primeras temporadas bajo la propiedad asiática. El Granada se había alejado de su afición, que no le reconocía ya.
Desde su presentación oficial como nuevo entrenador, Diego Martínez abanderó la coherencia y la unidad, encarnando un nuevo espíritu guerrero ante los desafíos por delante. «Si tengo limones, hago limonada; si tengo naranjas, hago naranjada. Debemos ser un equipo competitivo», expuso en su primer día. El inicio de una identidad camaleónica que caló hasta los huesos de cada uno de los futbolistas que tuvo a sus órdenes en sus tres temporadas al frente, convertido en 'chamán'.
Diego Martínez fortaleció el sentimiento de pertenencia a su alrededor y dio confianza a hombres como Rui Silva, Germán Sánchez o Antonio Puertas, que no habían contado con ella hasta entonces. No pasó del empate en sus dos primeros partidos en Segunda, pero tres triunfos consecutivos despertaron la ilusión. Él, pese a todo, instauró una máxima que no ha abandonado hasta la última jornada de su tercera temporada: nunca miró la clasificación. Esta pondría al equipo en su lugar a la conclusión de la temporada. El 'pasito a pasito', desde cada entrenamiento, se convirtió en la fórmula del éxito.
El Granada volvió a Primera con un empate en Mallorca tras un triunfo decisivo en Albacete. Los valores del equipo, que siempre estuvieron por delante de cualquier futbolista de la plantilla, atrajeron a hombres consagrados como Roberto Soldado o Maxime Gonalons mientras se fueron forjando jóvenes talentos como Domingos Duarte, Yangel Herrera o Carlos Fernández. Todo, sin perder la columna vertebral del ascenso. El equipo mantenía la identidad que ganó en Segunda división, pero su colmillo competitivo se afiló hasta un límite insospechado. Nunca temió a ningún rival, por grande que fuese.
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Diego Martínez convenció al equipo de que no tenía límites y lo plantó en la semifinal de la Copa del Rey contra el Athletic de Bilbao, apeado de la final por un cruel gol de Yuri Berchiche a pocos minutos del 90'. De aquella decepción surgió una nueva fuerza y una idea: «Lo mejor está por llegar». Pocos días después irrumpió la pandemia con el confinamiento domiciliario y la suspensión temporal de LaLiga. El Granada fue el único equipo que se concentró, en Marbella, antes de la vuelta de la competición; un empeño personal de su entrenador. Ese esprint final de once jornadas le dio la clasificación a la fase previa de la Europa League con la conquista de la séptima posición en la última jornada. Precisamente, ante el Athletic.
Sin complejos, los rojiblancos jamás renunciaron a su esencia. La que le dio su entrenador y que sueña con mantener ahora que él se marcha. El Granada ha vivido con Diego Martínez al frente la mejor temporada de su historia con cotas nunca antes vividas, soñando por el continente ante rivales como el PSV Eindhoven, el Nápoles o el Manchester United sin perder la tensión competitiva en la competición doméstica, en la que terminó noveno. También se escaló a los cuartos de final de la Copa del Rey, en los que se cayó en la prórroga con el FC Barcelona, posterior campeón. Pospuso la decisión sobre su futuro al final de la temporada. Diego Martínez sabe que lo conseguido es irrepetible, y que de los sitios hay que saber marcharse a tiempo. El fin de ciclo de la etapa más gloriosa del Granada CF. Se va algo más que un entrenador de fútbol.
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