La percha de Diego

Ese gesto, que parecería artificial con cualquier otro entrenador con la única salvedad de Lucas Alcaraz, goza de toda credibilidad con Diego Martínez. El gallego tiene un lugar garantizado en las puertas de Los Cármenes porque sus éxitos deportivos han ido cayendo victoria a victoria por el peso de la coherencia, porque junto a sus palabras siempre ha habido hechos, tanto en las buenas como en las malas. Es por eso que en estas semanas de incertidumbre y sinsentidos, en las que hay quienes quieren que vuelva el fútbol y que hasta se defiendan los saques de esquina pero no que los futbolistas pasen test, se echan más de menos que nunca los discursos de Diego Martínez, que ya son de monarca.

Cuentan que le habría gustado hablar más de lo que le han dejado. El gallego aplaude a los sanitarios pero también a los transportistas, al personal de supermercado y a las fuerzas de seguridad del Estado. Le preguntan por un jugador y sale con Bernardo Cruz. Asegura que se emociona con su Granada y te lo crees. Se refiere a la felicidad y no suena moña. Habla a los niños en su idioma y es inclusivo, para todos y todas. Se reconoce afectado por la pandemia, pero no se victimiza. Te dice que esto pasará y te deja más tranquilo, recordando la eterna lucha y la resistencia y regalando abrazos de gol virtuales. Te hace estar seguro de que si el Granada se hubiese clasificado para la final de la Copa del Rey, como el Athletic y la Real, tampoco Diego Martínez querría jugarla sin su afición.