Año 1954, pueblo de Milan, Indiana, uno de los equipos más pequeños de Estados Unidos se proclama campeón estatal de baloncesto al ganar al todopoderoso ... Muncie Central School en un partido de David contra Goliat que pasará a los anales de la historia de la canasta norteamericana. Esta proeza dio para la película 'Hoosiers, más que ídolos' (1986).
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A lo largo de la historia del deporte, de ahí la grandeza de la competición sea cual fuere la disciplina, este hecho se ha repetido. Pequeño contra grande, poderoso contra humilde, siendo el más pequeño el que se eleva al Olimpo de los dioses dejando su impronta en el cielo de los campeones. Este romanticismo estoico es la esencia misma de la superación, sacrificio y acto de fe, valores actuales en decadencia pero motor de la vida y de las ilusiones del hombre.
Actualmente la ciudad de Granada vive algo similar: una polis histórica, guerrera y pequeña se está paseando, con su equipo de fútbol, por terrenos deportivos no solo nacionales sino ahora internacionales dejando la bandera nazarí al nivel de esos Hoosiers de antaño. Un equipo humilde pero de buen hacer, con un fútbol alegre, vertical y, lo más importante, sin miedo ni complejos, que está imponiendo un poderío que cala cada día más en el sacrificado seguidor de fútbol de los equipos humildes.
El Granada está haciendo historia y el seguidor del equipo nazarí ha de sentirse muy orgulloso de que la ciudad de Granada no sólo sea famosa por la Alhambra o sus majestuosas montañas al pie de la Costa Mediterránea sino que ahora también es conocida en todo el Viejo Continente por su equipo de fútbol, por ese grupo de nobles atletas del deporte rey que nos hace sentirnos orgullosos de ser granadinos, más aún si cabe, y ser valedores de nuestras alegrías e ilusiones tan necesitadas de sentir en estos difíciles tiempos que nos está tocando vivir. Disfrútenlo. Y sean felices, se lo han ganado.
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