Fútbol de fotocopiadora

La reciente Eurocopa ha sido una exhibición permanente de entrenadores empeñados en hacer réplicas unos de otros, sobre todo en lo táctico, aceptadas más por los seguidores de sus equipos que por el resto de espectadores.

Solo Italia –quién lo iba a decir– ha sido capaz de dibujar sobre el césped algunas partituras ilusionantes, aunque España le apretara en su enfrentamiento. De ahí su merecido triunfo, del cual me alegré. Primero, porque Italia me cae bien. Segundo, por el intento de Roberto Mancini de romper la monotonía expansiva del tedio que invade últimamente el césped.

Y es que hoy apenas se debate sobre la esencia del fútbol, que es el juego. Un juego que está siendo víctima de unos sistemas cada vez más encorsetados, aburridos y previsibles, que han terminado por expulsar el talento individual de los estadios.

Resulta evidente que cada fin de semana, en los partidos, se repiten los mismos movimientos, pases y jugadas, salvo la inspiración de Messi (ya ausente), de Benzema o de Joao Félix, a quien los 'entendidos' quieren fusilar al amanecer porque no baja a defender como un poseso.

A esto de ahora lo denominan fútbol moderno. Yo lo llamaría de fotocopiadora, pues todo se repite, especialmente lo previsible. Lo añorado es que por todo lo contrario nos cautivó el Granada de Diego Martínez, donde sí tuvo cabida el talento de Montoro, Vadillo, Kenedy o Jorge Molina.

Para mantener esa armonía, Robert Moreno deberá procurar que los partidos que juegue el Granada no se conviertan en una fotocopia de todos los demás. En Villarreal dio esa sensación por lo que propuso en el campo y ello invita al optimismo.