Don Diego
El 'doce' ·
El entrenador ha elegido cuándo acaba su ciclo, sin esperar al desgaste de malos resultados o de que otros decidan su salida y sin excusas; se marcha un profesional, un caballero, un granadinistaSe marcha del Granada como lo que ha sido, un grande, posiblemente el mejor entrenador habido en la historia rojiblanca. Batiendo registros en el ... banquillo del club. También el de elegir cuándo se acaba su ciclo, sin esperar al desgaste de malos resultados o de que otros decidan su salida. En su despedida, ni un atisbo de reclamación, como hizo tras cada uno de los partidos que dirigió, sin excusas, ni de arbitrajes, ni de lesiones, ni de avatares de la suerte.
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La conmoción producida por la decisión de Diego Martínez en los sentimientos rojiblancos, encarnada en las lágrimas incontenibles de un emocionado Pepe Macanás en la despedida del vigués, es pareja a la convicción de que su salida se produce cuando nadie, en su sano juicio, puede cuestionar sus méritos. Humildad, trabajo a destajo, capacidad de unir y de levantarse ante la adversidad, orgullo de pertenencia, han sido divisas en estos tres inolvidables años. Ni se sacó pecho en los éxitos, ni se cayó en la depresión tras las decepciones. Victorias y derrotas llenas de sudor y lágrimas, con el orgullo de haber llegado al límite de las fuerzas en todos los envites. Lo importante no han sido los éxitos conseguidos, sino el modo en que se consiguieron, ejemplo de que saber, trabajar y luchar llevan a alcanzar sueños.
Con señales evidentes de agotamiento en su expresión corporal de las últimas jornadas y en la propia despedida, Diego Martínez se ha vaciado en el Granada durante tres temporadas gloriosas, en las que ha crecido en lo profesional con una experiencia inolvidable para él, para los que le rodearon –sus colaboradores y sus jugadores– y para los que le hemos seguido como fiel legión. El 'diegomartinismo' se ha instalado en los corazones rojiblancos como profesión irrenunciable, al igual que los napolitanos la tienen merced a otro Diego, el gran Maradona. El destino hizo que la cúspide exitosa de Martínez como entrenador del Granada se produjese eliminando al Nápoles en dieciseisavos de la Europa League en el estadio coronado con el nombre del astro argentino.
La pandemia ha evitado una sentida despedida en Los Cármenes. Los últimos aplausos de su afición a Diego Martínez fueron en la vuelta de semifinales coperas ante el Athletic, cuando quedamos a un suspiro de la gloria de una gran final. Algunos albergábamos la esperanza de que el técnico continuase un año más para volver a intentarlo en Copa. Se va sin esa merecida ovación cerrada en directo, pero con la grande habida en cada una de las casas granadinistas, donde cada vez que nos enfundemos de nuevo la rojiblanca horizontal tendremos en nuestra mente a don Diego Martínez Penas, un profesional, un caballero, un granadinista.
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