Víctor Lafuente aplaude el esfuerzo de sus jugadores durante el encuentro. EFE

El multitarea de Diego hace bien su trabajo

Sustituto ·

Víctor Lafuente fue el ocasional entrenador por la ausencia del gallego y asumió el rol sin eludir sus obligaciones en la preparación física. Al final, no acudió a la sala de prensa

Rafael Lamelas

Enviado especial en Nicosia

Viernes, 6 de noviembre 2020, 01:19

Los focos miraban intensamente a Víctor Lafuente, preparador físico del Granada y eventual entrenador principal por la ausencia de Diego Martínez. El sevillano siguió ... las directrices del gallego y supo hacer su trabajo a la perfección, sin eludir su propia responsabilidad. Fue discreto, intervino para dar ánimos, supo calmar la ansiedad de Luis Suárez en un momento de parón y se marchó sin ruido, recogiendo sus cosas como si ese día hubiera ejercido, como siempre, de preparador físico. Lo único que no hizo fue pasar por la sala de prensa, responsabilidad que el club delegó en dos capitanes, Germán y Montoro.

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Es poco habitual ver a un primer entrenador sobre el terreno de juego cuando comienza el calentamiento de su equipo. Lo normal es que llegue al estadio de turno, dé un paseo por el césped y eche un ojo al estado del césped y de las porterías. Diego Martínez, que en eso emula a Unai Emery, recorre el campo de punta a punta, como cerciorándose de que sus medidas son las establecidas como reglamentarias. Después, a veces saluda a un viejo conocido en el otro equipo, para luego retirarse a vestuarios y plasmar sus explicaciones a la plantilla. Sin embargo, Víctor Lafuente, el asistente de guardia por la incomparecencia del técnico titular, no siguió ninguno de estos rituales.

El preparador físico del Granada, ayer la voz del entrenador gallego sobre el campo, tuvo que adecuar los útiles para la puesta a punto preliminar junto a Jesús Roche, otro de los pocos auxiliares que no ha tenido síntomas. Repartieron conos, colocaron los balones y extendieron las esterillas con gomas para estirar en un lateral del terreno, algo que antes se hacía en el interior pero que, por protocolo Covid-19, ahora se realiza en el exterior. Lafuente, en ese aspecto, no varió sus hábitos prepartido, garante de que la formación inicial llegue en condiciones óptimas al arranque del duelo. Vigiló a todos e incluso les ayudó continuamente en el proceso.

Los porteros, mientras tanto, trabajaban por separado pero sin el especialista que les suele acompañar, Juan Carlos Fernández, que también se quedó en tierra por el dichoso virus. Álvaro García, el otro indemne del cuerpo técnico, analista de vídeos, se quedó pendiente de Rui Silva Aarón y Arnau durante su intercambio de disparos. Alberto Lara, fisioterapeuta, también asumió otras facetas, pues ejerció de delegado por la falta de Lucena.

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«Fuerte, fuerte», gritó al arrancar Lafuente a los chicos, quien recibió alguna consideración de Álvaro García, que era el que tenía al otro lado del aparato a Diego. El gol llegó pronto y se reprodujo la tradicional piña en el área técnica, emulando a los propios futbolistas sobre el rectángulo de juego. Lafuente aplaudía sin cesar y en los compases sin mucha algarabía se le sentía desde la tribuna. «Insistencia», ordenó cuando los suyos atacaban a ráfagas. Observó cómo se desesperaba Suárez en los compases iniciales, en los que los compañeros le asistían poco. La charla fue convincente, porque el colombiano se desató el nudo.

El preparador físico, con un chándal negro, siguió atento desde la banda tras un día intenso en el que no pudo salir a correr por los alrededores del hotel, como suele hacer en las horas previas a todos los encuentros fuera de casa. Le tocó estar a otras cosas y lo hizo fenomenal. En San Sebastián, si no ocurre nada nuevo, repetirá. Ejercerá, con solvencia, de portavoz de su jefe.

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