Raúl Espínola instruye a Antonio Puertas durante el partido. EFE

Conversaciones en La Catedral

El órsay ·

Yo no sé cuándo se jodió el país de Roca Rey, pero sí conozco el momento exacto en el que se fue al carajo el partido de ayer

MANUEL LÓPEZ SAMPALO

Lunes, 2 de diciembre 2019, 01:11

En qué momento se había jodido el Perú?», se pregunta Zavalita, protagonista de 'Conversación en La Catedral', la monumental novela de Mario Vargas Llosa. Yo ... no sé cuándo se jodió el país de Roca Rey, pero sí conozco el momento exacto en el que se fue al carajo el partido de ayer en La Catedral: en el minuto 36, cuando el árbitro Cordero Vega señaló un penal en contra del Granada. Desde ese momento hasta el minuto 41, en el que Raúl García por fin consigue el gol, se encuentra el meollo del asunto, el quid de la cuestión o, si prefieren, la madre del cordero (que seguro que estuvo en boca de muchos).

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Podría ponerme dramático y situar el grito en el cielo. Recurrir a la riqueza de nuestra lengua para sacar a pasear todos los sinónimos del verbo robar (rapiñar, saquear, afanar, mangar, estafar, aligerar, timar, etc.); afirmar que el caso de los ERE fue un pequeño hurto al lado del arbitraje de ayer; titular esta columna 'ROVAR'; introducir un 'gif' de Cristiano haciendo el «siempre robando» con la manita, y mil lamentos más. Pero no me sale.

También podría adoptar la posición elevada y equidistante del aficionado moralista y afirmar que a mí, al contrario que a la hinchada, no me ciegan los colores. Que no hay que llorar, que ya contra el Atleti nos salvó el arbitraje, que esta vez sí hubo penalti claro de Duarte y que con la ley en la mano Rui Silva estaba adelantado. ¿Con la ley en la mano? ¿Acaso llevaba nuestro portero un ejemplar de la Constitución agarrada del guante?

El caso es que no hubo otra conversación en La Catedral… O sí. Yo, con mis ideas surrealistas, me imaginaba a Diego Martínez haciendo el 'grunch' en el descanso; poniéndose 'morao' en el palco y, mientras, se lo iba contando a sus asistentes por el pinganillo: «Joder, macho, unas cocochas de la hostia…». Esa fue mi particular conversación en La Catedral.

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