Víctor Díaz felicita eufórico a Antonio Puertas por su gol al Elche. BALDOMERO
Granada - Elche

Pequeñas redenciones

LA CONTRACRÓNICA ·

Parte del instinto de supervivencia y la adicción por la batalla que alimentan al espíritu del equipo le vienen del ánimo de reivindicación perpetuo de ciertos individuos que lo constituyen

Lunes, 1 de marzo 2021, 00:43

Puede compararse al Granada de Diego Martínez con una matrioska de la superación. Caben las redenciones personales en su relato colectivo del David frente ... a Goliat en el fútbol. Parte del instinto de supervivencia y la adicción por la batalla que alimentan al espíritu del equipo le vienen del ánimo de reivindicación perpetuo de ciertos individuos que lo constituyen. Unos días les toca a unos y otros días les toca a otros. Contra el Elche en Los Cármenes lo saborearon varios, aunque la fotografía enmarcada se la llevó Antonio Puertas como autor del gol del triunfo. No había marcado en Liga hasta entonces y empezaba a hacérsele cuesta arriba cuando echaba la cuenta, con esa insatisfacción permanente del que algún día estuvo aliado con la mayor fortuna del fútbol. Contra el Elche, como en partidos anteriores, le tocó terminar faenando como carrilero; esta vez tuvo un premio tangible que además dio tres puntos a su equipo.

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Pero no fue el único. A Fede Vico debió sentarle fatal la suplencia. Repitieron siete titulares respecto a Nápoles y, molidos, dejaron en el banquillo a otros futbolistas más frescos, como el propio cordobés, que un día fue el mediapunta titular de Diego Martínez. Pasó un calvario la temporada pasada tras una lesión muy desagradable en la planta del pie y desde entonces no ha habido más que fogonazos intermitentes de su particular sensibilidad para el fútbol. Salió de inicio en Huesca y, desastroso, fue sustituido al descanso. No terminaba de decantarse el partido con el Elche y el entrenador del Granada miró al banquillo y le vio. Le dio una oportunidad y a Fede Vico le salió la rabia; pidió la pelota, corrió al espacio y curró en defensa. Se ganó el respaldo de Diego Martínez en la sala de prensa después de haberle dejado en el banquillo.

Hasta Domingos Quina parece haber aterrizado en Granada con ganas de demostrarle algo al mundo. En su día apostó por Inglaterra como una buena decisión, pero la rudeza de los 'tackles' apagó su luz; ahora, en España, se ha propuesto mostrarse a base de golazos. Lleva dos en dos titularidades, uno con la derecha y otro con la izquierda, a cuál más bonito. Su juego desprende la alegría de la levedad, del que a veces hace cosas sin saber muy bien cómo. Por eso Diego Martínez pide calma con él; aún no ha moldeado el futbolista que puede alumbrar en el luso de las rastas con aires de surfista.

Y de las lágrimas de Nápoles al grito en el Zaidín, también Rui Silva interiorizó como algo personal el triunfo contra el Elche. Su compromiso con el Betis dolió a muchos pero no está dispuesto a fallar a quienes un día apostaron por él. No hay huelga en su fábrica de milagros. Ya en Nápoles surgió cuando más lo necesitaron los suyos y repitió con una acción puntual frente al Elche, en la última acción del partido. Su parada tuvo un colaborador inesperado que también encontró redención.

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La liada de Nehuén Pérez en el gol de Lucas Boyé fue más propia de una peña que del fútbol profesional, pero también él tuvo su momento de luz. El Elche habría marcado si él no hubiese pasado por ahí para, en la última acción del partido, llevarse la boca de la línea. Es parte de la magia de este equipo, que termina poniendo a cada uno en su lugar.

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