Jesús Vallejo, que jugó en la segunda mitad de pivote, habla con Montoro. PEPE MARÍN
Granada - Barcelona

Héroes hasta en la crueldad

La contracrónica ·

Nadie olvidará esta eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey frente al FC Barcelona, como aquella vuelta de la semifinal contra el Athletic. A veces lo menos importante es cómo acaba

Jueves, 4 de febrero 2021, 01:43

Esta vez no fueron visibles en la grada, pero miles y miles de corazones rojiblancos volvieron a crujir en la Copa del Rey por segunda ... edición consecutiva. Frente al Athletic de Bilbao, en semifinales y en un estadio a rebosar, fue en catarsis y al menos hubo un abrazo compañero para el consuelo; esta vez, en la soledad del hogar desangelado, frente al televisor, no hubo ni eso. La tragedia del fútbol, ese deporte que da cabida a lo inverosímil, volvió a cebarse con el Granada en cuanto al desenlace de una noche épica que ya permanecerá para siempre en el recuerdo de todos los aficionados que lo vivieron, aunque fuese desde sus casas y con un toque de queda en la calle.

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Porque el Granada de Diego Martínez fue heroico, aun en la crueldad. Una vez más, y no es la primera. Frente a un equipo todopoderoso, con dos únicos centrocampistas hábiles, con un caso más de covid-19 a cuestas, con la paz del equipo enturbiada desde los despachos y un futbolista importante que acaba contrato asegurando su futuro... una rueda llena de palos que aun así siguió rodando hasta sobreponerse a la adversidad que ya de por sí suponía la superioridad de su rival anoche. Porque la inferioridad quedó patente desde el principio, con un huracán futbolístico que amenazaba con resolver la eliminatoria todavía antes que el partido de Liga semanas atrás. El Barça acabó con cinco goles a su favor, pero sufriendo en la prórroga ante una estirpe de supervivientes.

Primero fue Aarón y luego fue el resto. Diego Martínez mantuvo bajo palos al portero de la Copa, al suplente de la Liga, en una decisión ya de por sí controvertida que no deja de ser una muestra de confianza y lealtad en su segundo guardameta. Lejos de amilanarse, el valenciano se puso a volar para mantener con vida a los suyos, que veían pasar a los rivales como aviones mientras Messi detenía y aceleraba el tiempo a su parecer, como corresponde al mejor futbolista del mundo y quizás de la historia. Sobre el papel parecía que el Barcelona salía con los titulares y el Granada con ciertas reservas, pero nada más lejos de la realidad. Diego salió con lo que pudo.

Porque los rojiblancos fueron cayendo uno a uno, como se ficcionan las guerras en los dramas bélicos, en un nuevo ejercicio de resistencia sobre el 2-0, convertida luego en resiliencia cuando Fede Vico fue capaz de poner el 3-3 en la prórroga con los nervios de sus futbolistas tan reventados como los de los hinchas. Fue un carrusel de emociones devastador para protagonistas y testigos, presenciales o no, más pasionales o menos. Una crueldad a todas luces que se cebó, en su desenlace, con un grupo de jugadores heroico.

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El Granada de Diego Martínez juega desde hace un tiempo para la historia, aunque su mentalidad no sea de artista sino de obrero. Esta etapa dorada quizás concluya con la espinita clavada de haber emulado la historia de 1959 en la Copa, pero aún tiene por delante una apasionante eliminatoria frente al Nápoles en la Europa League, en Los Cármenes y en el Maradona. Hasta en las noches más oscuras, lo mejor está siempre por llegar. Nadie olvidará esta eliminatoria de cuartos frente al FC Barcelona, como aquella vuelta de la semifinal contra el Athletic. A veces lo menos importante en estas historias es cómo acaban.

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