El Granada vuelve al camino correcto

Posee el Granada números agrios con la mayoría de conjuntos que le preceden en la clasificación, salvo con el Sevilla y pendiente de lo que suceda con el Villarreal, pero en general suele exhibir su oficio con todos los demás. A excepción del Eibar, que parece una némesis, y aquella secuencia tras el confinamiento obligatorio en la que gotearon demasiados puntos con varios colistas momentáneos, los rojiblancos se han habituado a restallar el látigo con los demás. Esto les tiene haciendo la goma con los puestos europeos. En cuanto ha despejado un poco la enfermería en posiciones clave, de nuevo acelera. El problema es que al parte médico van pasando otros.

El Granada vistió sus mejores galas en el centro del campo, con Gonalons, Montoro y Yangel Herrera, trío de ases que tanto gusta a Diego Martínez y que tan poco pudo juntar la temporada pasada. A su alrededor, velocidad arriba con Kenedy y Machís a pie cambiado y Luis Suárez de dominador de la sabana. Por detrás, tuvo que parchear durante el calentamiento con Pepe por Foulquier. Al canterano ya tocó la interinidad en León, cuando el lesionado fue Víctor Díaz, aunque no era la mismo tapar al extremo de la Cultural que al asturiano Jony.

La alineación advertía de la importancia que conferían al partido los locales; la de Osasuna no le hizo de menos. Un conjunto que se pertrecha y corre, como se vio en un avance tras una acción a balón parado de los rojiblancos o en un cabeceo fuera de Calleri.

Los de ataque en los rojiblancos no acababan de creerse el respaldo que tenían en la media. Retenían la bola demasiado, dudaban en los pases cortos y precipitaban envíos largos fáciles de anestesiar para el rival. El orden táctico consumía los gestos de imaginación.

De pronto, Pepe apareció en la frontal y cruzó un tiro durísimo en medio de los cepos, despejado a córner. En ese saque desde la esquina, Montoro sacó en corto para Machís y este sirvió un centro que Calleri desvió de mala manera, como si viajara impregnado en melaza. De rechupete para el felino Luis Suárez. Sin necesidad de controlar, ejecutó el gesto adecuado para empalmar el cuero y para abrir la veda.

Escasos minutos después, Darwin Machís pudo rugir en una carrera tras una pelota levitada por Kenedy al espacio libre, pero Sergio Herrera le ganó el duelo singular al venezolano, frustrado por no solucionar la esgrima como suele. De nuevo hubo puesta desde el rincón y un cabeceo desviado de Gonalons, que delataba la fragilidad del contrario en este tipo de estrategias, o el buen trabajo de los nazaríes con ellas. El francés y Montoro tuvieron siempre una sombra cerca para intentar cortocircuitar el juego local.

Ponía pies en polvorosa Machís y replicaba Osasuna en un rechazo afortunado. También con una 'contra' que cerró Moncayola con un chut excesivamente alto. El capitán osasunista, Oier, se indignó al llevarse amarilla por dar un leve manotazo a Suárez. Cada asalto de Osasuna reducía su duración, apresurados en los disparos. Rubén García se ganó otra tarjeta apretando a Germán. González Fuertes, el árbitro, no toleraba vehemencia en las disputas, temeroso de que los adversarios se enzarzaran y la cosa se fuera de madre.

Domingos tuvo que barrer a ras de hierba para evitar una posible culminación de los navarros, que parecían no querer que el primer tiempo acabara, intensos. Pero llegó un córner y una variante del gol olímpico. Un 'troleo' de Machís, en venganza con el arquero por fastidiarle la otra diana. Lo botó desde el banderín en dirección a meta y Domingos fue al mogollón pero sin llegar a intervenir. Tampoco Calleri, que andaba por allí. La bola, traviesa, finalmente dio en el propio Herrera, contra el que hizo carambola. Nadie sabía bien quién debía celebrarlo como protagonista. Todo eran bromas y alivio en los locales, con una renta muy favorable cuando empezaban a sufrir.

Osasuna no entregó la cuchara en el descanso y Rubén García, desde la frontal, dejó claro se agarrarían a cualquier veta que dejara descubierta el Granada. Domingos tuvo que salir al paso con sus alicates para impedir un remache de Calleri. Del córner, un balón llovido hacia la corona del área que Roberto Torres enganchó. Rui tuvo que responder abajo porque la acción se envenenó entre tanta pierna.

La sucesión agitó al Granada, con Machís buscando inscribir su nombre sin cuestionamiento. En esas se andaba, cuando Gonalons sintió un 'mordisco' en la pierna derecha y pidió el cambio de inmediato. Yan Eteki saltó para el reajuste. Poco después, el entrenador procedió a dosificar a otros componentes, como Montoro y Kenedy, para dar cuartelillo a Milla y Puertas.

Se inició la rueda de sustituciones y Lucas Torró quiso ver de qué pasa estaba hecho Rui. Tanto se ha hablado de que es el cancerbero que más encaja de Primera que se tomó a pecho lo de la contención. A Diego Martínez le dio para concluir con tres centrales y Puertas de carrilero derecho, no vaya a ser que se quede sin laterales en esa ala.

Neva se llevó un recado de Enric Gallego y todo tembló, pero el gaditano es pura resistencia. El 5-3-2 se hizo macizo, y bien que el oponente le dio leñazos. El Granada sigue sin alejarse de la zona de privilegio. Tres puntos en la jornada pendiente que le recolocan donde hace un año, y con opción de mejorarlo.