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El Granada se ofusca como local
Los rojiblancos se la vuelven a pegar en Los Cármenes, de nuevo con el balón parado como protagonista, con carencias claras en ambas áreas
Muchas cosas generan confusión en este Granada que cuenta sus partidos en casa por derrotas. Algo chocante para un equipo que, en su última temporada ... en Segunda, no perdió ni un solo encuentro en Los Cármenes. Más que la ausencia de la grada de animación, que se percibe, al equipo le falta cuajo para las dentelladas que hay en esta categoría, donde gran parte de los goles se exprimen desde el balón parado. Así le castigó el Albacete en la jornada inaugural, con un saque de banda prolongado y un penalti; y así lo replicó el Huesca, con un córner no exento de polémica arbitral por una posible mano y una falta durísima que del travesaño le cayó a un defensa al remate, más atento que el resto de rojiblancos.
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La atención, precisamente, brilló por su ausencia en estas situaciones y esto hizo ir siempre a contracorriente a los rojiblancos, ofuscados. Cerraron el mercado con la sensación de que en la plantilla relucen nombres, pero que falta hacer equipo. Uno de piel dura e inasequible al desaliento.
Granada CF
Luca Zidane; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Insua (Loïc Williams, m. 65), Carlos Neva; Martin Hongla, Gonzalo Villar (Weissman, m. 46), Tsitaishivi (Rubén Sánchez, m. 72), Manu Trigueros (Sergio Ruiz, m. 72); Myrto Uzuni y Lucas Boyé (Pablo Sáenz, m. 65).
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SD Huesca
Dani Jiménez; Toni Abad (Gerard Valentín, m. 62), Blasco, Rubén Pulido, Jorge Pulido, Vilarrasa; Sielva, Javi Pérez (Javi Mier, m. 85), Joaquín (Kortajarena, m. 85); Soko (Hugo Vallejo, m. 62) y Sergi Enrich (Jordi Martín, m. 82).
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GOLES: 0-1, m. 21: Joaquín; 0-2, m. 57: Rubén Pulido; 1-2, m. 59: Hongla; 1-3, m. 98: Javi Mier.
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ÁRBITRO: González Díaz (comité asturiano). Amonestó al local Carlos Neva (m. 22); y a los visitantes Toni Abad (m. 28), Sielva (m. 77) y Jordi Martín (m. 84).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 3 de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 15.089 espectadores.
Lo de A Malata tuvo repercusión y Abascal alineó a Gonzalo Villar en el centro del campo y a Myrto Uzuni arriba, ya recuperado para el ataque. Formación de nuevo asimétrica, diga lo que diga el mapa del preparador sevillano, con Manu Trigueros echado al centro en momentos con balón y algo escorado en la izquierda cuando tocaba defender, aunque a veces en el cambio de fases se le hizo tarde y esto permitió que el Huesca percutiera a la espalda de Neva. Es algo que tiene que estudiar mejor Abascal porque Neva no es ni Roberto Carlos ni Paolo Maldini, aunque no sea la única asignatura a mejorar.
Trigueros tuvo un error mayúsculo nada más empezar que Joaquín derramó, pero después justificó la libertad de actuación que le concede el técnico con sus pases verticales, punzantes, que sobrepasan cualquier muralla. Es un centrocampista de los de antes, de los que veían cosas que los demás no y, encima, eran capaces de ejecutarlo.
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Avisó Tsitaishvili con un tiro cruzado a pase de Uzuni, que tuvo réplica como protagonista en una bonita secuencia con participación de Hongla hacia el albanés. No engatusó a Dani Jiménez y le disparó al cuerpo. Boyé golpeó al aire en el rechazo.
Hongla recalcó que es el reflejo de este Granada por pulir. A ratos, pases erráticos. En otros, zancadas poderosas. De ser la fuerza de la zona central a flojear en la marca del polémico gol del Huesca. Esto vino después, porque antes los oscenses explotaron la espalda de Neva. Soko se marchó a la carrera de Insua, que no está para descubrirse ante velocistas, y la llegada terminó con un tiro de Joaquín que bloqueó Rubio de milagro. Hubo un contragolpe justo después, pero Uzuni no acertó.
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Estaba el Granada posándose cuando ocurrió el incidente del primer tiempo, con protagonismo arbitral. González Díaz escamoteó una clara falta sobre Boyé y en la respuesta de los visitantes, los rojiblancos concedieron un córner, arma letal en manos de los de Antonio Hidalgo. Blasco peinó en el primer palo, débil Hongla en la marca, pero la culminación tuvo misterio porque Joaquín pareció golpear con una parte ilegal del brazo. Sin embargo, no intervinieron los del videoarbitraje para rectificar a su compañero en el campo, lo que abre un debate anatómico para esclarecer dónde empieza el hombro en un cuerpo.
La grada la tomó ya con el colegiado, pero lo peor vino sobre el verde, con unos nazaríes temblorosos, con dudas, que se precipitaban en sus acciones y sufrían algunas respuestas fugaces del Huesca. Era un Granada que se flagelaba ante su pesar, con ataques torpes, salvo en el alargue, cuando Boyé estuvo a punto de culminar una carambola al peinar un esférico que dio en Jorge Pulido. Se cantó el tanto, pero duró menos que la independencia catalana en su día.
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La geometría variable de los rojiblancos se hizo ortodoxa en la segunda mitad. Abascal retiró a Villar, un pivote, y sacó a Weissman, un punta, para que Trigueros dejara cualquier obligación en el ala y se dedicara a lo que mejor sabe, con Uzuni como extremo zurdo, con el cartel con el que aterrizó en su día en la ciudad.
Como era previsible, el Granada se volcó en ataque y amenazó con los que eran sus 'goleadores' hasta la fecha, primero Rubio de cabeza y luego Ricard en una bola pescada en la frontal. Una versión atrevida de los locales, pero con riesgos en la pérdida.
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De nuevo con la pelota detenida, el Huesca hizo añicos al Granada. Sielva reventó el balón en una falta desde unos 30 metros que impactó en el larguero y que fue a caer a una zona en la que apareció Rubén Pulido en plancha.
Sin embargo, el tanto no dejó sonado al Granada, sino que lo espabiló. Nada más sacar de centro, Rubio buscó a la vanguardia en largo, Uzuni fue a la pugna y la pelota la magnetizó Weissman. Este observó que Hongla llevaba un bazuca para recortar diferencias.
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El partido parecía en medio de una tormenta, sin rumbo claro, con un Granada tan cerca de la orilla como de la zozobra. Soko rememoró a Ronaldo Nazario en una estampida que no culminó y que le costó la lesión muscular. Para evitar que el barco se quebrara, Abascal sacó a Loïc atrás por un Insua fundido, y a Pablo Sáenz por Boyé, para devolver a Uzuni a merodear el área. Poco pasó hasta la última rueda de cambios, en la que hubo cierta desesperación. Rubén Sánchez, lateral derecho teórico, apareció de extremo zurdo, estando en el banquillo Corbeanu. Sergio Ruiz sí asumió el rol de Trigueros, aunque su virtud no sea la arrancada.
Todo pareció languidecer, con más ansiedad que juego hasta en los nueve minutos de añadido, cada cual en parcelas extrañas y resoplando para que no llegara el tercer gol oscense, hasta que brotó. Solo el joven Sáenz pareció con el entusiasmo suficiente para buscar el empate, justificando la devoción de Abascal. En lo demás, el sevillano ha de revisar lo básico. Quería atención en las áreas y las desconexiones reaparecieron. También, el cabreo del respetable.
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