El Granada, en la encrucijada entre las sensaciones y los resultados
Paco López, con el voto de confianza del club, busca alternativas que mejoren el engranaje defensivo sin romper el equilibrio
El Granada ha atravesado una semana sin competición, pero sí de gestos. El abrazo de la presidenta a Paco López el lunes al salir al ... entrenamiento, la presencia del entrenador en el acto de los socios del honor el miércoles junto a los capitanes y las palabras del primero de en lucir el brazalete, Víctor Díaz, arropando al técnico en su discurso, pese a ser uno de los que menos juega, dando firmeza a las declaraciones por parte de Gonzalo Villar tras el empate con el Getafe, forman parte del refrendo sistemático de la mayor parte de los estamentos del club al entrenador. Es un movimiento contracultural respecto a la efervescencia del fútbol de hoy en día, en el que la figura de un técnico se aboca a la destitución ante una crisis de resultados con las características de la del conjunto rojiblanco, que suma siete puntos en trece jornadas y se mantiene decimonoveno, puesto de descenso, detrás del Celta –con la misma recaudación, pero mejor diferencia de goles–, y a dos unidades del Mallorca y a tres del Cádiz, ambos en zona segura, con un partido menos que tienen que dirimir entre ellos. El siguiente club, el Alavés, está ya a cinco puntos. Es el próximo rival de los nazaríes.
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Será, por tanto, un partido crucial, aunque establecer la estrategia interna en caso de no ganar se complica. En otras campañas, con una secuencia así en otros clubes, es probable que el entrenador estuviera ya destituido, pero a Paco López le están avalando varios fundamentos. Más allá de que la transición de directores deportivos, de Nico Rodríguez y a Matteo Tognozzi, haya retrasado medidas de fuerza, la clave de todo es que el Granada ha experimentado una mejoría en los dos últimos encuentros en el aspecto defensivo.
A Paco López no le gustan las etiquetas. Sabe que le cuelga la de preparador ofensivo, condición que se interpreta como suicida cuando las cosas no funcionan. El valenciano plasma una filosofía en la que sus equipos tratan de proponer con el balón y buscan defender lejos de su portería, pero también ha mostrado la capacidad de adaptarse a las circunstancias. El principal problema al que se ha medido es a la falta de recursos defensivos de nivel, agravado por las lesiones recurrentes de Jesús Vallejo y la complicación que sufrió Miguel Rubio en El Sadar. López se ha visto forzado a apostar por dos zurdos atrás, con Ignasi perfilándose a la derecha, desde donde salta condicionado a las ayudas. Raúl Torrente, por su parte, está encontrando la continuidad que le faltó en el último año, pero se está contagiando del nerviosismo generalizado. Sigue mostrando dureza en los duelos, pero le está faltando precisión con el balón y esto lastra.
El técnico le ha dado muchas vueltas a lo disponible, sabiendo que el otro central hábil, Víctor Díaz, tiene unas molestias crónicas en la rodilla, de las que mejora con mucho esfuerzo por su parte. Carlos Neva ha mejorado mucho en el lateral izquierdo, abocando a que Álvaro Carreras aparezca más como alternativa a él o por delante en el campo que en su lugar de inicio. Quizás Paco López busca el mismo efecto con Manafá respecto a Ricard Sánchez, retratado en muchas situaciones defensivas, sobre todo en rupturas del fuera de juego. Es cierto que el portugués se estrenó fatal en casa con su desatención a Greenwood en la jugada del 0-1, cuando ya le había ganado la posición, pero después se repuso, cerró bien y mostró sus capacidades ofensivas.
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La querencia por Melendo
El centro del campo es la otra parcela a observar para mantener el rigor. La pareja Gumbau - Villar se consolida, pero no está tan claro quiénes les tienen que rodear. Paco López ha tenido siempre una querencia hacia Melendo, otro jugador de buen pie, dejando a Sergio Ruiz como opción secundaria y a Petrovic en el ostracismo, ambos con una teórica capacidad de recuperación superior. Es la maniobra que le queda por probar al de Silla; llenar más la medular para tratar de que el equilibrio no se pierda, sin menoscabo de propiciar oportunidades de gol, sea por acción directa, juego continuado o aventuras individuales.
Tognozzi observa ese potencial, pero le gustaría una mayor seguridad, la defensa encarnizada de la puerta a cero. Para el técnico, las carencias atrás no aparecen por actuar con líneas adelantadas, sino por errores en la contención, a veces groseros. El margen de error ya no existe y, tras el descanso de estos días, tendrá que analizar cómo imponerse a un rival directo, esperando que nadie se dispare al pie y el árbitro acierte.
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