El Granada compite sin eficacia arriba

No hubo fiascos pero tampoco una actuación para el recuerdo del Granada. Contaba con la excusa de una defensa poco habitual que necesitó minutos para sincronizarse, pero el problema mayor estuvo en la falta de acierto en la parcela ofensiva. Uzuni, henchido de confianza en Los Cármenes, no encuentra el rastro a domicilio. Callejón, un cirujano en su feudo, se le cae el bisturí ante los focos ajenos. Solo el intrépido Bryan parece actuar como un verso suelto y le da igual el público y la temperatura. Lo suyo es encarar y marcharse de los enemigos, aunque sus paquetes no sean desenvueltos por sus compañeros.

Sin las soluciones habituales en el lateral izquierdo, Ricard Sánchez se tuvo que cambiar de orilla, lo que terminó beneficiando al canterano Pepe Sánchez. Tiene fama de duro el cachorro y se lo ganó a pulso con varias embestidas en su costado, pero la retaguardia en general empezó con tembleques y eso lo pudo aprovechar el Cartagena en unos primeros minutos vertiginosos. Raúl Fernández mostró inspiración en un remate de Alcalá, en el primer córner botado del partido, y luego tuvo que salir de sus lindes para intentar obstaculizar a Sadiku, que se escabulló solo entre los centrales. El albanés trazó un autopase ante el portero y estuvo más lento que Ricard y Víctor Díaz, que llegaron a taponar su opción definitiva de conclusión.

Volvía ese Granada perezoso de inicio, con una retaguardia gelatinosa. Aún pudo Jansson asaetear a Raúl al ganarle la espalda a Pepe en un pase en profundidad, pero el cancerbero puso su propia efigie como dique.

Se le caían las piezas a los rojiblancos, endebles en las pugnas ante un Cartagena enchufado. Calero irrumpió por la derecha y lanzó raso de zurda en el último arreón de los 20 minutos virtuosos de los locales. Arrancó otra fase del encuentro con mejor posicionamiento de los de Karanka, acaparando más el balón. Callejón divisó a Uzuni y este intentó una acrobacia con la espuela que le salió con parábola excesiva ante Aarón. Ricard se inspiró en la zurda con una maniobra con giro que le permitió asistir a Puertas, pero el almeriense marró la intentona. Una salva de Bodiger al aire y otra intentona de Puertas con la pierna zocata, con Callejón solo detrás pero sin advertirlo, confirmaron la variación de tendencia del encuentro, que neutralizó su ritmo entre varias faltas. Se sintió en su salsa Pepe, al que le gusta el cuerpo a cuerpo y que hace de la carga de hombro un sello de seguridad.

En la segunda parte, intervino el VAR muy pronto. En un ataque rebotado de los rojiblancos, Callejón trató de lanzar y rozó en Mikel Rico, con el motrileño reclamando penalti por mano, que el árbitro señaló. La repetición arrojó dudas y Hernández Maeso fue llamado a la pantalla, confirmando que su apreciación era errónea.

Uzuni perdonó lo que no suele con todo el horizonte despejado ante un servicio de Puertas para disparar con rudeza, pero no le salió ni a meta, gafado lejos del hogar el pichichi. Puertas se contagió de su compañero en una devolución del albanés cuyo balón correteó como un ratón por el área pequeña, pero sin que el de Benahadux llegara por una uña.

Dejó su sitio a Jorge Molina, con Callejón volviendo a su viejo callejón diestro, el de Nápoles, y Karanka pronto rescató para la causa a Carlos Neva por fin, lo que hizo que Ricard volviera a su filo. Ninguno fue por lesión hasta que Víctor Díaz se llevó un golpazo por parte de Ortuño y al capitán se le descontroló el cuello. Su percance influyó en que la tercera ventana de sustituciones fuera para un dúo, Ignasi Miquel para remediar la baja atrás y Bryan Zaragoza por Melendo, lo que centró a Callejón y dejó el carril del 'ocho' al malagueño.

Se asociaron pronto ambos con un centro preciso de Bryan a Callejón que marró el costero como si le hubieran echado mal de ojo. Una volea incomprensible para su categoría. Lo que sí quedaba claro es que Bryan estaba dispuesto a culebrear en busca de un pase ganador.

La desgracia iba a atronar sobre las cabezas de los rojiblancos en un córner regalado por Neva con el que Ortuño voló para toparse con el palo en su intento de triunfo. Tuvo otra el atacante exrojiblanco en un contragolpe posterior que pilló a la defensa en paños menores y que exigió a Raúl de nuevo, valiente cuando se reboza en hierba. Llegado a término, pasó a ser necesario abrazar el empate, que no es tan malo visto el espeluznante bagaje como visitante, pero que no calma la sed de sus delanteros, aciagos como siempre.