Los jugadores del Granada celebran en una piña el primero de sus goles en el Villamarín. LOF
Betis - Granada

Nunca se bajan los brazos

La contra del 12 ·

El Granada estuvo limitado por lesiones en su alineación, y de talento y fuerzas en la segunda parte, pero no se merecía salir derrotado del desierto Villamarín

EDUARDO ZURITA

GRANADA

Martes, 16 de junio 2020, 13:14

Cuando Tello remontaba para el Betis cerca de la conclusión del tiempo reglamentario, una imagen enfocó a Víctor Díaz, capitán de los rojiblancos, animando a ... los suyos. Los locales habían dado la vuelta a un marcador gobernado por el Granada en gran parte del encuentro, empatando primero con un penaltito señalado a Borja Iglesias en un salto con Vallejo y Duarte, y con el zarpazo del exbarcelonista Tello que pilló desprevenido a Rui Silva, excelso en el resto del partido.

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Prácticamente quedaba el descuento, y el Granada había dado muestras de fatiga en la segunda parte, donde había especulado claramente con el resultado en franquicia conseguido desde la mitad del primer periodo tras un contrataque de libro donde Azeez -tras interceptar un pase horizontal de un desquiciado Joaquín-, Puertas y Carlos Fernández habían compuesto una oda al fútbol eficaz frente al tedioso e inocuo control horizontal del juego de los de Rubí.

Los comentaristas -habría que hacer una reunión para entender las sesgadas diatribas que una jornada tras otra hay que soportar, sea cual sea el canal de emisión, de unos periodistas que parecen siempre del equipo rival cuando juega el Granada-, habían mostrado su contento por la vuelta al resultado que había conseguido la escuadra bética, sin reparar que los verdiblancos habían interpretado un partido muy pobre ante un rival que fue superior a ellos en la primera mitad y que los maniataba en la segunda sin especiales dificultades hasta el fatídico señalamiento de la pena máxima. El Betis está en una crisis de juego evidente, y se atasca especialmente ante rivales incómodos y pegajosos como el Granada de la noche del lunes, siendo eso sí capaz de tumbar a un equipo puntero si se tercia, con ese espíritu curro-romerista tan propio de la entidad heliopolitana.

Pero lo que parecía decidido a favor de los béticos no fue tal. Diego Martínez, especialmente enfadado durante el segundo periodo con el colegiado y sus decisiones, movió su última ficha, dando salida a Antoñín en un intento desesperado. Era un aviso a navegantes y un toque arrebato para no bajar los brazos. El veterano Soldado peleó un balón que parecía perdido obteniendo el premio de un saque de esquina. Hizo ademanes de haberse lastimado, pero su ardid fue colocarse al otro lado del área esperando el esférico; cuando éste le llegó iba en exceso alto, pero el levantino armó su pierna derecha como en sus mejores tiempos y enganchó una volea que fastidiaba la alegría previa local y también el regocijo de los comentaristas, que ya saboreaban la ruptura de la tendencia señalada de imbatibilidad de la escuadra de Diego Martínez cuando tomaba la delantera en el marcador. El Granada de Diego nunca se rinde, aunque parezca ya imposible la reacción.

El partido estuvo hasta el penalti del lado del Granada, que supo serenar mejor su fútbol en la primera parte, con otra exhibición en la punta del espigado Carlos Fernández, acompañado por un inspirado Puertas, cuya vuelta es una gran noticia. Bien plantado en defensa, con Eteki y Azeez en el centro del campo minimizando fallos, se adelantó justamente en el marcador. El Betis sólo rozó el empate con un lanzamiento a la escuadra al borde del descanso de su estrella gala Fekir, al que respondió con una parada antológica Rui Silva.

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Quizá el Granada careció de convicción y calidad suficiente, y también de fuerzas para sentenciar un partido ante un Betis que se mostraba sin brújula y alicaído. Cargados Vallejo y Germán de tarjetas al inicio de la segunda parte, Diego Martínez introdujo a Duarte y Víctor para oxigenar la retaguardia, haciendo descansar a Germán. El paso del tiempo y el cansancio de Azeez, Eteki y Foulquier taponando huecos, recularon en exceso al equipo, que se encerró más por dificultades propias que por empuje del Betis. El que no decayó nunca fue Neva, con una actuación fantástica taponando siempre con acierto su banda, conteniendo primero a Fekir y luego a Lainez. Su evolución es asombrosa y se ha convertido en un baluarte indiscutible del equipo granadinista.

Recurrió el técnico rojiblanco a Martínez para adelantar a Víctor a la posición de mediocentro defensivo junto a Eteki y Azeez, y tupir aún más la maraña que impedía las penetraciones béticas, tratando de hacer más complicadas las penetraciones locales. La jugada del penalti echó por tierra toda la estrategia del partido. Sin tiempo para digerir la pena máxima y el tanto de Canales, Tello encontró otra vez la red de manera inopinada. Era demasiado premio para lo mostrado por los verdiblancos. El golazo postrero de Soldado hizo justicia.

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El Granada estuvo limitado por lesiones en su alineación, y de talento y fuerzas en la segunda parte, pero no se merecía salir derrotado del desierto Villamarín. Los comentaristas tampoco ser los relatores de la ruptura del récord de Diego Martínez ya descrito, al que osaron criticar. Sería interesante pensar, con las limitaciones de peones disponibles que tuvo el vigués en Sevilla ante el Betis, el planteamiento que hubieran hechos otros técnicos siempre mejor ponderados desde las cadenas televisivas.

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