Una filosofía de alquiler para vivir en Segunda

Sin embargo, cuenta con esa otra lectura mucho más punzante, y es que esa filosofía 'alquilada' al Barça hace que se disperse la identidad propia del Andorra, si la tuviera. Por ello, el ascenso a Segunda supone la oportunidad perfecta para reivindicarse y crear esa marca propia, un sello que debe crecer en los dedos de Sarabia y con el paso de las temporadas en la plata.

Porque aunque el deseo de la entidad extranjera es estar cuanto antes entre las estrellas, falta aún mucho poso. El primer paso debe ser atar la permanencia, sin inflar demasiado el pecho cuando se den importantes triunfos (como ante el Oviedo) y aprendiendo de derrotas como la vivida en Gijón.

Eder Sarabia sorprendió en el Camp Nou. Ya en el Betis era muy participativo como mano derecha de Setién, pero ante los Messi, Suárez y Griezmann su influencia y descaro no hizo sino crecerse ante el reto. Debió gustar esa personalidad y consabida admiración por el 'modelo Barça' a Piqué, que le dio las llaves del Andorra. El equipo se arma en un 4-3-3 con mucha importancia en los interiores, extremos participativos y laterales profundos.

Las intenciones no dan de comer en Segunda, aunque se debute en ella con un grupo al que caracteriza su hambre y juventud. El principio del mercado se vio influenciado por eso. Llegaron Petxa, Jandro Orellana, Valera, Marc Aguado, Morer, Nieto o Pampín, todos ellos canteranos de buenos equipos pero sin experiencia en la categoría. Lógicamente, el inicio del curso ha demostrado después cierta bisoñez, falta de empaque y veteranía en el equipo. Por ello, el último día llegaron los delanteros Albanis y Bakis, más cercanos a la treintena pero por ver en el fútbol español.

El partido en Gijón demostró que una de las posiciones clave en Segunda es la portería. Tanto para luchar por subir a Primera como para evitar la quema, es indispensable contar con un buen guardameta y el Andorra no ha hecho el trabajo en verano. Raúl Lizoain llegó como opción veterana y fue titular hasta una mala tarde en Gijón. Emerge como titular Ratti y el joven Marc Vidal está aún muy verde. La portería parece su debilidad.

En cambio, la defensa pinta interesante. Carga con la duda de estar formada por jugadores, de nuevo, jóvenes, pero es su línea con mayor proyección real. Petxa y Martí Vilà son laterales combinativos, profundos, que arriesgan en la conducción. Por dentro, a la espera de que Mika Mármol se consolide, Alende y Adrià Vilanova se dejan ver.

El Andorra juega con el habitual triángulo del fútbol de posición en el centro. Como pivote está jugando muy bien Marc Aguado, que ha dejado en el banquillo al talentoso Jandro Orellana, quizá junto a Mármol el jugador que más expectativas ha levantado. Un interior fijo es Sergio Molina, un perfil pasador. Más habilidosos, cerca de la mediapunta, bailan Bover y Hevel, que se han turnado e incluso pueden jugar como extremos. Moha es una alternativa que está por ver.

Sin embargo, arriba nada da garantías. Han repetido Marc Fernández, Carlitos y Jacobo como tridente, pero los resultados han sido escasos. Sobre la bocina llegaron Bundu, Albanis y Bakis, que apuntan más alto. Se espera la explosión de Germán Valera, una joya cedida por el Atlético.