El exrojiblanco Murillo, baja en el Celta de Vigo

Murillo llegó a Europa muy joven desde su Colombia natal al entrar en el radar de la familia Pozzo, que entonces controlaba el Udinese, el Granada y posteriormente el Watford. Quedó enrolado en las categorías inferiores rojiblancas y tuvo un proceso de formación con dos cesiones: una al Cádiz, en Segunda B, y otra a la UD Las Palmas, en Segunda. Se sumó a la pretemporada rojiblanca en el verano de 2013, con Lucas Alcaraz como entrenador, y se asentó como titular en un curso que concluyó con la salvación en la última jornada, en Valladolid. Él no actuó en esa cita, expulsado en el encuentro previo frente al Almería, aunque a lo largo del año mostró un nivel fantástico.

Continuó el curso siguiente, ya con Caparrós como sustituto de Alcaraz, pero las cosas no le fueron bien del todo, al igual que a todo el equipo. Para colmo, una lesión interrumpió su evolución en la segunda vuelta. Las sospechas se despertaron porque Pozzo ya tenía pactado un traspaso al Inter de Milán, por lo que hubo quien entendió que no quisieron arriesgar con su integridad física, en una campaña que terminó con una salvación 'in extremis' ya con Sandoval de revulsivo.

Aquel verano, Murillo sí participó en la Copa América con Colombia. Inició una etapa de dos años en Italia. Después se iría cedido al Valencia, que acabaría pagando un traspaso por él, pero los problemas físicos le frenaron en su segunda temporada, con un sorprendente préstamo al Barcelona que tampoco aumentó su actividad. El Valencia lo cedió a la Sampdoria, club que al final compró su pase y al que sigue perteneciendo, pero que lo ha aprovechado poco. Lo prestó al Celta en enero de 2020 y, desde entonces, los vigueses han conseguido su retorno bajo esta fórmula, hasta el día de hoy.

Durante la actual segunda vuelta, su participación ha disminuido, menos presente en los planes de Coudet. Con el Getafe vio una tarjeta que le impedirá estar en la que fue su casa. Donde empezó a despuntar como profesional de élite.