Los experimentos finales de Abascal dejan sin fútbol al Granada
El entrenador rojiblanco modificó ciertas posiciones en su planteamiento, lo que generó más dudas a un equipo que no se encontró sobre el césped
Parte de la parroquia rojiblanca acabó marchándose de Los Cármenes antes del pitido final. Otra más sufridora, la mayoritaria, lo hizo tras aguantar el chaparrón. ... Sea cuando fuere, unos y otros abandonaron sus asientos con el mismo regusto entre los dientes. Faltó fútbol para competir de igual a igual.
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El Granada de Guille Abascal arrancó el duelo ante el Huesca retomando el 4-4-2 de la primera jornada. Martin Hongla y Gonzalo Villar ocuparon la sala de máquinas con la ayuda esporádica de Manu Trigueros. El ex del Villarreal –posiblemente el jugador más clarividente y creativo con el balón de la plantilla– se volvió a escorar en facetas defensivas. Le pilló el retroceso más cerca del público, lo que perjudicó a la circulación. Especialmente, en los pases entre líneas tan necesarios para romper la zaga de cinco rival.
En la segunda mitad el entrenador sevillano varió la situación. Devolvió al centrocampista a su posición más habitual y apostó por renovar las bandas. Entraron Pablo Sáenz, el revulsivo clave en Ferrol, y Rubén Sánchez, un lateral con vocación ofensiva, al menos sobre el papel. La realidad es que el zurdo se colocó en la derecha y el diestro en la izquierda, afectando al movimiento natural de ambos futbolistas. El extremo abrió el campo y generó peligro, pero el lateral ni la olió. Queda la duda de qué hubiesen sido capaces de hacer en los perfiles naturales. Mientras tanto, Corbeanu se quedó cobijado a la sombra del banquillo.
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