La ciencia médica no solamente se ocupa de proteger y salvaguardar la vida humana, sino que también entre sus fines está procurar una muerte digna ... al paciente terminal. Se trata de las técnicas de paliativos, aplicables cuando el final de la vida se acerca. José Ramón Sandoval está demostrando en Granada ser un especialista en estos cuidados para un equipo que se encuentra en fase crítica en Primera, perenne penúltimo clasificado, muy lejos del milagro que comportaría su permanencia, parangonable a esas recuperaciones inopinadas de pacientes desahuciados que no cuentan con argumentación ni base científica.
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En la agonía que conduce a Segunda, el Granada ha encontrado a un entrenador que está haciendo más llevadero el tránsito, menos doloroso. El Granada de Sandoval ha demostrado ser un equipo muy diferente al que heredó el de Humanes tras el cese del uruguayo Medina. Su capacidad de revulsivo, de la que en Granada se guarda buen recuerdo, no implica necesariamente garantía de un desempeño tan eficaz durante toda una campaña. Administrar paliativos no es lo mismo que prescribir un tratamiento adecuado de larga duración.
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Un entrenador que se propone el más difícil todavía tras su milagro
Como ante el Alavés, el Granada fue mejor que Osasuna, sobre todo en las áreas. Mantener la puerta a cero y ser mínimamente eficaces en las ocasiones que se crean en el área rival suele llevar a la victoria. Un once titular reconocible se ha conformado. A la mejoría en la portería que ha supuesto la llegada de Batalla, se han unido un rocoso Bruno Méndez en el lateral derecho, un aseado Miguel Rubio en la derecha de la defensa, un comprometido Ignasi Miquel –a pesar de alguna pifia marca de la casa– y un Neva que empieza a parecerse al lateral fiable de otras temporadas. En el centro del campo se ha consolidado la pareja Sergio Ruiz –motor del equipo– y Gumbau, confiando en el buen pie de ambos para los pases largos.
En bandas, a un Facundo Pellistri trabajador se ha unido la grata sorpresa del polaco Józwiak. Delante, el tándem Boyé-Uzuni parece cada vez más compenetrado. Ante Osasuna, tres de los cuatro atacantes golearon y el polaco se salió como asistente en lo que pudo ser una victoria más amplia de la obtenida.
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Segunda victoria consecutiva en casa con portería propia a cero, fundamental para tomar la iniciativa en el marcador y dominar el ritmo del partido. El Granada lleva, con el disputado ante Osasuna, tres partidos consecutivos adelantándose, cambiando así la nefasta dinámica de la temporada, donde en tantos encuentros era el rival el que tomaba la delantera. Quizá el cambio de tendencia ha llegado muy tarde, pero es evidente que había potencialidades mal explotadas en la plantilla tras los refuerzos invernales.
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