Más allá de la importancia de obtener tres puntos ante un equipo situado en ascenso directo como el Sporting, debe reflexionarse sobre las ausencias con ... que el Granada concurrió para entender lo meritorio de su nueva victoria a domicilio. La trayectoria fuera de casa del equipo con Escribá es digna de elogio, con tres victorias y un empate en cinco encuentros.
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Las ausencias de los llamados por sus selecciones, Hongla, Tsiatishvili y Uzuni, se tornaban preocupantes en el caso del mediocentro camerunés y del delantero albanés. No existía, a priori, un jugador de características análogas a Hongla para suplirlo –un déficit en la planificación veraniega de la plantilla– y Myrto es el punta más preclaro de cara al gol, si bien no ha sido nunca su desempeño como forastero el mejor caldo de cultivo para su gran historial como goleador granadinista.
Desde el banquillo, en el planteamiento inicial del partido, se apostó por una novedosa ubicación de piezas desde que Escribá llegó, con una defensa con tres centrales y Sergio Ruiz por delante de ella, consiguiendo desactivar al equipo gijonés. Se navegó con tranquilidad en la contención, donde Insua realizó un gran encuentro en la posición media de los tres centrales, y Sergio Ruiz se bastó, en un magnífico partido, para hacerse el amo del medio campo. Otero solamente se zafó de la tela de araña urdida cuando le abandonó singularmente la alargada sombra de su excompañero y se adelantó a Oscar en el gol local del empate. Se sufrió solamente al final cuando, viendo cercano el triunfo, se encerró el Granada cerca del área de Mariño.
El partido dejó otras dos buenas noticias. Reinier es útil cuando se posiciona en la mediapunta, en la que su calidad fabrica ocasiones de gol, y Weismann hizo en Gijón su mejor partido con la camiseta del Granada, luchando incesantemente, conectando con acierto con compañeros y aguantando de espaldas como nunca, recordando además en su gol al añorado delantero que triunfó en Segunda con el Valladolid. Las únicas sombras se redujeron a las actuaciones de Trigueros, demasiadas veces rebasado por el ritmo y la presión del contrario, y de un Boyé que ofreció un recital de pérdidas evitables de balón y de incapacidad de aporte al juego colectivo.
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Hubo otra vez suerte en la resolución del partido, donde el buen tiro cruzado de Diao encontró colaboración inestimable en la blandura de manos del portero local, y con un VAR salvador del empate, pero la victoria del Granada ante el Sporting debe entenderse desde sus méritos a lo largo del encuentro, donde los de Escribá se mostraron superiores al Sporting.
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