Horizontes lejanos
No ha supuesto revulsivo alguno en cuanto a resultados la llegada del entrenador Alexander Medina al club, y si bien el equipo aparece menos desguarnecido en su actitud defensiva, a cambio ha perdido la verticalidad y capacidad de generar peligro
La consolidación de un equipo competitivo para ganar en Primera y la obtención de la permanencia, tras el paso del Granada por Vigo, se antojan ... como horizontes lejanos y llenos de enormes dificultades, como la que los protagonistas del mítico 'western' de análogo título, dirigido por Anthony Mann, tenían en su tránsito hacia Oregón.
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No ha supuesto revulsivo alguno en cuanto a resultados la llegada del entrenador Alexander Medina al club, y si bien el equipo aparece menos desguarnecido en su actitud defensiva, a cambio ha perdido la verticalidad y capacidad de generar peligro de la época de su predecesor, Paco López. Tres partidos con el uruguayo en ese banquillo 'eléctrico' que es el rojiblanco y un solo gol a favor, realizado en propia meta por el rival. Escasa productividad ofensiva, donde además la luz fulgurante de Bryan Zaragoza se ha apagado y Lucas Boyé, que cuerpea como el que más, no anda fino en el área. A Uzuni ni se le ve, convertido en un incansable e inútil correcaminos, inofensivo para el contrario.
No hay por ahora nada que lleve a pensar que hay remedio a una temporada nefastamente planificada. Sí se ha recuperado a un jugador del centro del campo, Sergio Ruiz –que quizás no debió desaparecer de las alineaciones de Paco López–, pero adelantar a Villar no ha permitido ver a este especialmente brillante en su posición. Atrás se ha contado con lo que se tiene, que es muy poco para Primera división: un portero impropio de la categoría, que tiene en su debe directo la pérdida de varios puntos –ya pifió en varias ocasiones antes de Vigo, como en Gran Canaria, con un tanto evitable en la prolongación, pero los dos últimos goles encajados han sido puro esperpento– y algunos defensas con demasiadas limitaciones para aspirar a titularidades continuas en la élite.
No se pueden cargar las tintas sobre el último técnico contratado por la propiedad, propensa al error en la elección de ocupantes del banquillo y especialista en sus defenestraciones. Sus decisiones en los cambios tampoco invitan al optimismo, pues ante Athletic y Celta empeoraron lo que ya era muy gris sobre el césped, pero las oportunidades que se le ofrecen invitan a la desesperanza. Jugadores como José Callejón, Antonio Puertas o Víctor Díaz parecen claramente en el ocaso de su carrera. Otros parecen no convencer o les falta aptitud para ser revulsivos, como Diédhiou, Petrovic y Manafá, o ni se les espera, como Weissmann. Algunos ni están, por diferentes circunstancias, como Perea o Vallejo. No son ni alternativas ni acicates y lastran pesadamente las posibilidades del equipo.
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Son la constatación de una planificación inepta de la que ni Paco López ni aún menos Medina son responsables.
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