Diego Martínez entra en los 40 por la puerta grande

El gallego, su líder, queda representado en un mural para la posteridad, aunque no se quiso olvidar de nadie en su discurso. Precisamente, porque justificó su presencia como un premio al propio colectivo, desde los futbolistas a cada empleado de la entidad. Al lado de su imagen, otra novedad: el listado completo de todos los entrenadores que han pasado por el vestuario de los nazaríes.

La directiva, el cuerpo técnico y tres de sus capitanes (Germán, Montoro y Víctor Díaz, todos partícipes del ascenso) arroparon a Martínez durante el ceremonial, así como varios representantes de agrupaciones de aficionados y algunos curiosos que se acercaron al vallado tras el que se celebró el evento. Diego Martínez improvisó sus palabras, afirmando que las cosas más importantes de la vida «se hacen desde el corazón». «Así firmé aquí; luego vino la razón. Argumentos que tienen que ver con lo consciente, pero el corazón es lo que marca la diferencia», insistió, para recordar cómo llegó a Granada para estudiar una carrera hace dos décadas. «20 años después, tengo que ver todas las cosas bonitas que me han pasado en lo profesional y en lo personal», dijo, en referencia a su pareja, granadina, que le acompañó junto a su hija, «quienes me permiten vivir esta pasión, me aguantan siempre y alimentan esta felicidad por poder dedicarme a lo que más me gusta», les brindó.

«Todos los que pertenecemos a este club sabemos lo difícil que ha sido esto. Las adversidades por las que hemos tenido que pasar. Desde remar muy fuerte en la misma dirección hemos conseguido cosas impensables, que no imposibles», subrayó. Se dirigió a la afición con agradecimiento: «Por vuestro cariño, sobre todo en los momentos malos». «Es un honor representar a este club», añadió.

«Esto de ahí», en referencia al mural, «no es solo mi cara; es la representación de un grupo humano extraordinario. De un equipo técnico, que son amigos», comentó mientras los enumeró. «Un entrenador no se entiende sin su equipo ni sus jugadores. La frase no es mía, sino del maestro Juan Antón, profesor de balonmano: 'Por estos maravillosos jugadores merece la pena entrenar'. Estamos aquí por ellos», abundó.

«Nuestros valores tienen que ver con la superación, pero en este club me cuesta pensar en lo negativo. Hasta lo malo forja nuestro carácter y nos hace mejores», manifestó entre aplausos, vitoreado por los seguidores presentes. «Solo hay algo que no me gusta; que lo mejor está por llegar», cerró con una sonrisa.

El acto lo arrancó el director general del club, Antonio Fernández Monterrubio: «Rendimos homenaje al mejor entrenador de la historia de nuestro club, Diego Martínez Penas». «Además de resultados, hay mucho más: esfuerzo, trabajo, dedicación, exigencia, perseverancia… Un entrenador muy cualificado, metódico, analítico, que cuida los pequeños detalles –que son los que marcan la diferencia– y fomenta la cohesión grupal. Que hace crecer individualmente a los jugadores», enfatizó.

«Diego nos ha ayudado a crecer, a construir un proyecto desde los valores, a hacer que todos los que llegan se sientan orgullosos de estar aquí, a imprimir el nivel de exigencia imprescindible para mejorar. Estamos orgullosos de tenerte a nuestro lado y esperamos que estés muchos años más», se dirigió a él, con muestras de claro agradecimiento. En los mismos términos, el responsable de relaciones institucionales, Pepe Macanás, se mostró profundamente cariñoso. «Haces cada día más grande este escudo», le recordó emocionado.

En adelante, aparecerá en la puerta 5 junto a un quinteto de técnicos fundamentales. Además de Joseíto, están Victoriano Santos, artífice de la primera llegada a la élite; Jeno Kalmar, míster en aquella final de Copa de 1959; Fabri González, que encadenó dos saltos de nivel consecutivos, desde Segunda B a la máxima categoría; y Lucas Alcaraz, el único preparador local que ha dirigido a los nazaríes en Primera.