Un desenlace inevitable
Una temporada tan nefasta como esta que al fin concluyó del Granada solo podía terminar como lo hizo en Girona, por mucha anestesia que José Ramón Sandoval, y el club cuando apostó por él, quisieran administrarle en marzo
Una temporada tan nefasta como esta que al fin concluyó del Granada solo podía terminar como lo hizo en Girona, por mucha anestesia que José ... Ramón Sandoval, y el club cuando apostó por él, quisieran administrarle en marzo. Una caricatura de equipo que, arrastrándose con puntuales detalles de amor propio de unos pocos de sus futbolistas, fue arrasado por otro que vino a representar el polo opuesto en cuanto a todo lo que está bien hecho y es coherente en cuanto a proyecto. A veces, incluso en el fútbol, la línea entre el éxito y el fracaso no es fina sino gruesa, basta, y en todo ese margen caben muchas decisiones como la que precisamente afronta el Granada ahora para volver a Primera división lo antes posible.
Publicidad
No será Sandoval quien comande al Granada la próxima temporada, como parecía evidente desde hacía tiempo aunque el director general Alfredo García Amado le brindase su cariño como amigo suyo que es y el propio entrenador se dejase querer. Pocos –por no decir nadie– creían ya en la permanencia cuando el de Humanes regresó a Los Cármenes ocho años después de su anterior etapa. Con él, al menos, la afición volvió a entender el idioma del entrenador que le hablaba después de que Alexander Medina trasladase una realidad paralela que ni él mismo debía creerse y algunos jugadores recuperaron la motivación por jugar. La estrategia no fue en vano, y es que cuesta imaginar las dimensiones que podría haber tenido el descalabro de haber seguido 'Cacique' al frente.
Sandoval procuró contagiar su discurso vitalista tanto dentro como fuera del vestuario. Sin embargo, el madrileño se traicionó a sí mismo en su primer partido al salir con tres centrales en Cádiz y lo pagó con una dura derrota que, si bien ya costaba calificar de finalísima, vino a ser un clavo más gordo aún que otros previos en el ataúd. De poco valía ya recuperar el encuentro aplazado con el Valencia en el Zaidín, y que también se perdió pese a una propuesta mucho más atrevida, pero la entrega incondicional de Myrto Uzuni y Lucas Boyé aun con sus lesiones y la refrescante aparición de Kamil Józwiak permitieron al Granada encadenar dos victorias seguidas en casa por primera vez en la temporada contra Alavés y Osasuna en abril, con un meritorio empate en San Mamés entre medias.
Esos dos triunfos permitieron a Sandoval congratularse al menos por sumar uno más que sus predecesores, ya que ni Paco López pasó de aquella con el Mallorca todavía en agosto ni Alexander Medina sumó ninguna más a la del Cádiz en enero. La salvación siguió luciendo como una quimera, pero los rojiblancos sintieron razones para ilusionarse. En esas andaban en Sevilla cuando, concentrados en el hotel antes de marchar en autobús al Sánchez-Pizjuán, siguieron cómo el Celta remontaba al Villarreal y les dejaba vistos para sentencia. Aunque voluntariosos en la primera parte, ya no habría quien levantase el peso de esos goles. Descendidos matemáticamente antes incluso de saltar a jugar contra el Real Madrid a la jornada siguiente en Los Cármenes, con mucho blanco en el estadio, ni cazar al Cádiz bastó como aliciente desde entonces y ahora, de hecho, puede acabar incluso colista pese a que parecía imposible.
Publicidad
Sandoval cerró su segunda etapa en el Granada sin poder contribuir más que a cosechar los mismos puntos que sus dos predecesores aunque con cuatro partidos menos que ambos. Es probable que su mayor legado, no obstante, fuera el debut de Sergio Rodelas para precipitar su posterior renovación o incluso los de Miguel Ángel Brau y Pablo Sáenz en Montilivi. Ellos, al menos, no le olvidarán.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión