Robert Moreno, junto al fondo en que se coloca la grada de animación. PEPE MARÍN | VÍDEO: JAVIER MARTÍN
Entrevista con Robert Moreno

«Darle la vuelta a la situación no fue fácil, pero soy un poco 'masoca' y me motivan los retos»

Entrenador del Granada ·

«Ojalá podamos tener esa comunión total de los últimos partidos; señal de que ganamos y la afición disfruta», apunta el técnico

Sábado, 15 de enero 2022

Esta entrevista con Robert Moreno se iba a celebrar antes de finalizar 2021, pero se aplazó hasta el regreso de las vacaciones navideñas. Los casos ... de covid que surgieron después y el hecho de enclavarse en los días previos a un partido de tanta atención mediática como el del Barcelona volvieron a mover la fecha a esta última semana, más apacible, sin Liga. Paradójicamente, se trataba de hacer memoria y retroceder hasta el día de su presentación para, desde allí, sobrevolar por sus siete meses en el Granada. Pero al final, de manera inevitable, es un viaje para descubrir más acerca de la personalidad de un entrenador con muchos pliegues, que se subió en una montaña rusa desde sus primeras declaraciones como rojiblanco y aquel arranque sin victorias, hasta llegar a la situación actual, con el equipo en racha y él, en apariencia, más sereno, convirtiendo los pitos en aplausos en el último encuentro con la afición. Su experiencia continúa.

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–Hay cosas de las que usted dijo en su presentación que se han cumplido: «Hay una plantilla consolidada; sería un equipo competitivo aunque no se hicieran fichajes».

–Al analizar al equipo de los últimos años, concluía que el éxito era por algo. Salieron jugadores en verano, pero esto es un deporte de equipo y tener una estructura así ayuda. Se está viendo que siguen siendo importantes.

–Otra más: «No voy a imponer algo que me represente a mí y no a los jugadores».

–Siento el fútbol así. Hay que buscar un punto de conexión entre lo que los futbolistas sienten y lo que siento, pero los que juegan son ellos. No estoy para ponerme medallas por un estilo, sino para ayudarles. Es verdad que la tendencia será hacia un fútbol que creo que les gusta y que pienso que ayuda al control del juego, pero eso no quita que en determinados momentos o circunstancias hagamos cosas diferentes para sacar rendimiento. Es la labor de un entrenador.

–En la misma línea: «Me gusta un estilo en el que predomine la posesión, pero no voy a renunciar a otras cosas. Mi modelo es ganar y para ganar hay muchos caminos».

–Hay pocos entrenadores que tengan el tiempo y la autoridad para llegar a un club y cambiar tantos jugadores como para imponer su modelo predilecto. Yo soy el que llega y el que se tiene que adaptar; son ellos los que han tenido el éxito. Hemos intentado encontrar el punto intermedio entre lo que me ofrecían y en lo que les podía ayudar para beneficiarlos.

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–Esta tampoco se aleja: «Me da igual la edad de los jugadores porque voy a ser exigente con todos».

–Creo en la meritocracia. Lo hice antes y ahora. El rendimiento de los futbolistas es contextual. No creo en los nombres, sino en el rendimiento. Lo agradecen los jugadores. Quizás no se cumple al 100% porque a veces se respetan ciertos roles dentro de una plantilla, pero a la larga beneficia al grupo, competencia sin tener en cuenta la edad. Un equipo como el Granada tiene que contar con la cantera si quiere tener un periodo estable en Primera. Torrente, Isma, Butzke, Bryan, Barcia... Pero también tienes a Molina o Germán en cuanto a veteranos...

–Le he dejado para el final una que quizás le complicó la vida: «La normalidad va a ser ver al Granada de forma continuada o alterna en Europa».

–Me gustaría, aunque quizás me traicionó el subconsciente o el deseo máximo. La normalidad tiene que ser ver al Granada en Primera y, cuando se presente, dar alegrías como para algo más. Si trabajas bien la cantera, de una manera seria, al final los resultados llegan. Hay que evitar reaccionar por impulsos, por momentos. Situaciones que me han tocado vivir esta temporada, cuando se me preguntó si pensaba que me echarían si no llegaban los resultados pronto. Puede ser lo normal o no, porque a lo mejor hay que hacer lo de Inglaterra, dar tiempo y esperar a que el trabajo se pueda ver. Esto no es hacer tres alineaciones o cuatro entrenamientos.

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–Convertir los pitos en aplausos, como pasó el otro día, no debe de ser fácil.

–Me hubiese gustado no tardar tanto en conseguirlo porque es señal de que nos ha tocado pasar un periodo aciago. Mi objetivo es hacer feliz a la gente. No siempre se me han hecho reproches. He notado mucho cariño, pero una parte pensaba que era el máximo responsable de lo que pasaba, y así lo asumo. Darle la vuelta no es fácil, pero soy un poco 'masoca' y me motivan los retos de este tipo, las dificultades, porque es lo que te mueve y te mejora. Ojalá podamos tener esa comunión total que se viene viendo en los últimos partidos porque será indicativo de que seguimos ganando, que la afición disfruta con su equipo y sobre todo que se centre en los jugadores, que son los que nos han traído hasta aquí y se merecen todo el cariño.

–Tras el empate con el Barça, se llevó el primer baño de masas.

–No soy vergonzoso, pero me sentí un poco extraño cuando pasó. Estoy agradecido por ello. Que mis hijos pudieran disfrutar de un partido bonito en el estadio. Pero por encima de la sensación que se pueda transmitir, me siento querido en Granada. Lo noto en la calle, que no es Twitter.

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–¿Qué lección se le ha quedado grabada a fuego en estos meses?

–Esta es la primera vez que entreno en Primera, pero me ha tocado vivir cosas potentes en mi breve carrera como entrenador, más duras que las del Granada. Durante una semana entera, lo que me ocurrió en la Selección abrió todos los medios y al final esto te hace las espaldas anchas. Tomo estas experiencias como trampolines. No me gusta vivirlas, pero me retroalimentan. Me hacen levantarme por la mañana y decir «no, yo voy a poder con esto y no podrá conmigo». Si no eres fuerte, lo puedes pasar mal. Sufro más por mi familia que por mí mismo. Cuando llegas a este nivel tienes que aceptar que esto es parte del 'espectáculo', del negocio.

–¿Le molestan las etiquetas?

–Esas etiquetas son algo que tienes que aceptar porque la gente no te conoce realmente. Te las colocan en base a la información que reciben de ti, de cómo juega el equipo, de las ruedas de prensa... Si le doy valor a ello, no sería justo. Se lo otorgo a quien me conoce realmente. Me dicen muchas veces, desde jovencito, que de primeras parezco un chulo. Es algo que no me gusta, pero está claro que no soy capaz de controlarlo. Creo que no soy así, pero cada uno nos contamos una historia a nosotros mismos para sobrevivir y pensar que somos buenas personas, buenos entrenadores... Es algo que intento cambiar, pero me preocuparía más si lo creyeran los que mejor me conocen. Espero que la afición me vea más humilde que prepotente. ¿Lo estoy consiguiendo? No lo sé, pero lo intento. Hablo con propiedad porque vengo del barro. Hasta hace diez años no era nadie en el fútbol. No he sido jugador y me ha tocado trabajar en una gasolinera, en El Corte Inglés, en La Caixa. He tenido que estudiar y mis padres son gente humilde. He tenido que sobrepasar situaciones extremas, en la que determinadas personas te intentan destruir sin saber por qué. Hay aspectos que no puedo controlar. Cada mañana trato de estar tranquilo y ofrecer lo mejor de mí. Es difícil agradar a todo el mundo. Ni el jamón de Jabugo.

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–¿Le resulta más difícil, a veces, el 'partido' de la sala de prensa que el del campo?

–Es complicado. A veces se toma la parte por el todo, como pasó el otro día –antes del partido con el Atlético–. Tres malas respuestas en un día malo en lo personal hacen que te conviertas en 'trending topic'. Es un poco injusto que se extraiga eso después de tantas ruedas de prensa. Vivimos en la época de la esclavitud de 'clic' y los medios tienen que generar contenidos rápidos, atractivos; muerte o sobrevivir. Hay una cosa: yo no me preparo las comparecencias para agradar. Intento responder para ser yo, sabiendo que hay una parte que gustará y otra que no, pero creo que hay que darle autenticidad a lo que transmites. Podría ser breve y dar respuestas escuetas. La gente diría que soy plano, que no cuento nada, pero quiero ser de otra manera y corro el riesgo de lo del otro día. Un mal momento en el que respondí de manera seca y directa a determinados periodistas. No fui tan elocuente y me convertí en noticia a nivel nacional cuando no quería eso porque estaba representando al Granada y a los granadinistas. Como humano, me equivoco. Al día siguiente, no me costó admitir mis errores.

–En honor a la verdad, no son habituales las disculpas públicas como la suya.

–Hay gente que piensa que es un gesto de debilidad, pero pienso que engrandece. Hay que ser fuerte para reconocer que te has equivocado, no esconderse. No estuve afortunado. Le puede pasar a cualquiera. Las circunstancias cambian. No existe la perfección. También se lo digo a mis futbolistas cuando fallo, igual que cuando veo que lo hacen ellos. Es mi forma de ser.

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–¿En qué le gustaría mejorar aún?

–Mejorar, en todo. He sido bastante autodidacta y creo en avanzar. Me considero primer entrenador desde que tenía 14 años. He trabajado de analista y de segundo en el mundo profesional, pero antes lo era. En la categoría que sea, te enfrentas a problemas comunes. La diferencia es la exposición mediática y la competencia que tienes. En la base, también tenía unos padres que me hacían de periodistas... Al final, tienes que elegir jugadores y preparar partidos. Lo que cambia es la atención de los medios. Me lo encontré de golpe en la Selección. Me había preparado para ello los años anteriores, desde el primer momento que me vinculé a Luis Enrique. Veía sus ruedas de prensa porque esperaba algún día dar el salto. Analizaba las relaciones entre lo que decía y cómo se publicaba todo después. Absorbía esa información, aprendiendo cada día. Puedo variar de opinión con el tiempo, que reaccione en función de las circunstancias. Quizás llegue un momento en mi carrera en el que me hayan dado tantos palos y que me habré equivocado tantas veces que quizás me proteja y no hable tanto.

–En Granada, se enfrentó a la situación de alargar una etapa brillante.

–Fue complicado afrontar la época posterior al periodo más exitoso de la historia del club, sabiendo que lo normal era hacerlo peor. ¿Cuál es el 'problema'? Que cuando se prueba el dulce, se quiere repetir, uno no se conforma con lo salado o con comer verdura. Tiendes a desear eso, a idealizarlo. Hacer entender a la gente que aquello fue la excepción y no la norma es difícil. Hay personas que cuestionaron que viniera a Granada después de tantos éxitos. Los hay que buscan equipos que vienen del fracaso porque entienden que es más fácil triunfar. Yo entendí que por el club, por el crecimiento que se proyectaba, por el momento en el que me encontraba y la plantilla que veía, era un sitio donde se podía seguir haciendo las cosas bien. Evidentemente, no igualando de manera inmediata lo anterior, pero sí que se podía tratar de volver a eso a medio plazo por la base de jugadores que había. No me esperaba estar siete partidos sin ganar y luego tener el actual 'boom', pero fue el calendario que nos tocó. Me hubiera gustado tener una mayor regularidad. Hay un concepto que se llama 'reversión a la media'. Entendía que una vuelta entera era lo que la dirección me tenía que dar. Avisé de que tenía que estar preparada para no ganar, tener paciencia, porque el proceso requería un tiempo. Había una cierta progresión, quizás no tan rápida como se esperaba. Les decía a mis jugadores que lo estaban haciendo bien, que los resultados llegarían. Por fortuna, acerté, pero no significa que lo tengamos todo hecho.

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–Está a un empate de mejorar la mejor racha histórica en Primera. Ante los seis grandes de España (Madrid, Barcelona, Atlético, Valencia, Athletic y Sevilla), dos victorias, tres empates y solo una derrota.

–No son récords míos. Son del grupo. Son parte de los mismos que han logrado tantas cosas en estos años. Había un entrenador antes y ahora yo que intentamos ayudarles en eso. No podemos personalizar en mí, no sería justo.

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–¿Qué cree que le gusta más a la afición del Granada en cuanto a estilo?

–La afición es madura, siente a su equipo y lo que supone estar en Primera. Lo principal que quiere es ganar, como todas. No hay un estilo definido, sino que quiere que su equipo genere ocasiones, meta goles y le haga disfrutar. Hay matices respecto al año pasado y pienso que la gente empieza a entender por qué hacemos determinadas cosas en el inicio de juego y creación, pero es porque tenemos oportunidades y no nos las generan.

–Desde el principio, elogió al vestuario que se encontró.

–Me han demostrado que tenían confianza en lo que les pedía y eso me ha hecho seguir adelante. Me han trasladado que no había nada fácil, que todo se logra con esfuerzo y sacrificio. Eran conscientes de que no éramos superiores a nadie, pero tampoco inferiores. Eso te lleva a una atención permanente, que es lo que les trajo hasta aquí y lo que había que mantener. Todo lo que les elogié se queda corto.

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–¿Qué le ha pedido a la dirección?

–Hay que estar atentos para hacer las cosas bien, pero más que pedir, he de agradecer la paciencia que hubo en momentos complicados. Mis Reyes llegaron antes; cuando todo el mundo me cuestionaba.

–Pero de aquí al 31 espera algo más, ¿no?

–He transmitido dónde pienso que tenemos margen de mejora, pero no por carencias del grupo, sino por el cambio de sistema. Confeccionamos para el 4-3-3 al principio y al final es 4-4-2.

–Ahora tiene un excedente en varias posiciones.

–Prefiero esto que verme obligado a no poder elegir. Pero incluso con estas circunstancias, los jugadores dieron la talla. Nos faltó gente importante. No soy de personalizar pero, cuando nos vimos sin Domingos Duarte, Víctor Díaz, que es el capitán y venía sin jugar, dio un paso adelante y estuvo en la primera victoria, ante el Sevilla, con un gran rendimiento.

–¿Hay que renovar a los veteranos ya?

–¿Qué es ser veterano? Es relativo. El rendimiento y la edad son relativos. Hay gente con 30 que están para jubilarse y otros como Jorge Molina, con 39, que te maravilla. No creo en las edades cronológicas, sino en las biológicas.

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