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Manu Trigueros se echa la mano a la cara tras el primer gol del Zaragoza. LOF
La crónica

Viaje de vacío y mucha inseguridad en el Granada

El Granada, que acabó con nueve, pierde su imbatibilidad fuera de casa y suma una segunda derrota consecutiva en un partido con gravísimas lagunas atrás

Sábado, 2 de noviembre 2024

Zaragoza fue el primer destino desde el que el Granada regresó de vacío, aunque con unos preocupantes 'compañeros' de viaje, las dudas, que parecían haber ... extraviado el pasaporte desde que se marchó Guille Abascal. El equipo rojiblanco perdió su imbatibilidad fuera de Los Cármenes y sumó una segunda derrota consecutiva en un partido con gravísimas lagunas defensivas. La sombra de Loïc Williams parece un eclipse lunar. Seis goles encajados en Liga desde su lesión.

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Fue el primer encuentro de la era de Escribá en el que el conjunto jamás tuvo opción de ganar. Hubo algún tramo equilibrado, todos con ventaja maña, que llegó antes del primer minuto. Fue un desplazamiento atropellado desde su preparación sobre el terreno, cuando sintió molestias Villar. También cayó su sustituto, Sergio Ruiz, y en la fase final fueron expulsados Józwiak, por querer ir a por el balón tras el recorte de diferencias de Uzuni, y Rubén, por otro braceo inoportunoo. Todo ante un Ais Reig que parece haber desarrollado cierta ojeriza con el Granada.

Zaragoza

Poussin; Luna, Lluís López, Vital, Calero; Marc Aguado, Francho Serrano, Aketxe (Toni Moya, m. 72); Adrián Liso (Jair Amador, m. 90), Bazdar (Pau Sans, m. 86) e Iván Azón (Alberto Marí, m. 90).

2

-

1

Granada

Mariño; Ricard Sánchez (Rubén Sánchez, m. 67), Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Brau; Martin Hongla, Sergio Ruiz (Lucas Boyé, m. 41), Manu Trigueros (Reinier, m. 81); Tsitaishvili (Józwiak, m. 67), Pablo Sáenz (Corbeanu, m. 81) y Uzuni.

  • GOLES: 0-1, m. 1: Azón; 0-2, m. 63: Azón; 1-2, m. 84: Uzuni.

  • ÁRBITRO: Ais Reig (comité valenciano). Roja a Józwiak (m. 84) por agresión al portero y a Rubén Sánchez (m. 94) por doble amarilla. Amonestó a los locales Lluís López (m. 24) y Vital (m. 57); a los visitantes Ignasi Miquel (m. 7) y Miguel Rubio (m. 74).

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 13 de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio de La Romareda ante 17.642 espectadores.

A los 35 segundos, los centrales quedaron retratados. Todo vino como si nada, de un balón dividido que alcanzó Bazdar para elevarlo sobre Miguel Rubio e Ignasi Miquel, quienes debieron interpretar que caía una bomba atómica. Azón, al que convirtieron entre todos en Haaland, cuerpeó con el primero y ni se inmutó del empujón del segundo, mientras los atravesaba como si fuera embadurnado en melaza. Pero Azón no es el gigante noruego y cuando fue a convertir se había dejado el balón ligeramente atrás. Ignasi tampoco tuvo la capacidad de reacción para llegar a ras de hierba y entorpecer su tiro, unas décimas de segundo tarde. No hizo falta más para pensar en el joven Oscar, al que si algo le caracteriza es la rapidez felina y que, tras su partidazo con el Levante, no se movió del banquillo, habiendo descansado en la Copa.

El colapso tan pronto dejó mareados a los rojiblancos, que tardaron mucho en volver en sí. Azón le tiró un caño a Ignasi y este le obstruyó como los defensas quincuagenarios que sobreviven en las peñas. Faltaba contundencia y serenidad con el balón, todos fuera de onda. Uzuni, perdido en la pradera enemiga. Ni uno con personalidad para reclamar el balón por dentro, obtuso como pocas veces Trigueros.

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Hongla sudaba por todos, pero no era suficiente para restablecer el equilibrio emocional del resto. El Zaragoza presionaba a un Granada nervioso, muy precipitado. Aketxe lanzó una falta con el exterior, como antaño en Brasil, pero la pelota se alejó por poco del área. Los nazaríes apenas se asomaron por el sector derecho. En una de las pocas acciones con un número de pases que superó la decena, Tsitaishvili llegó a recortar a su par y tocar de izquierda para la llegada de Sergio Ruiz, pero este pulsó el botón inadecuado y despejó por encima de la meta.

El georgiano siguió rondando la zona, aunque luego se intercambió con Pablo Sáenz en ese primer tiempo. Trigueros seguía con chanclas en lugar de botas y solo Ricard intentó buscar a Poussin en medio del desaguisado.

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Sergio Ruiz se llevó una tacada de Marc Aguado en la rodilla cuando fue a alejar un balón que dejó cojo al cántabro. Escribá, que ya tenía a un puñado de hombres estirando piernas, coló de inmediato a Lucas Boyé y así devolver al menos el 4-4-2 que caracteriza al valenciano. El preparador, sin embargo, no aprovechó la ventana del intermedio para más retoques.

Tsitaishvili pronto se conectó a la acción en el segundo tiempo y puso un centro que casi corrompe Vital hacia su red. El portugués hizo más tarde una mano cerca de la frontal, ante la que el georgiano reclamó la ejecución. La pelota casi acaba en la basílica del Pilar. Pero el Zaragoza a la carrera podía dar un susto en cualquier momento. Liso trituró a Ricard en la banda y colgó un balón que peinó Bazdar y culminó Azón para dejar en evidencia a toda la retaguardia de nuevo, en la segunda diana del delantero.

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Salieron Rubén Sánchez y Józwiak. En el primer ataque con estos refrescos, Hongla chutó desde lejos, pero fue un espejismo. El Zaragoza continuó dictando los tiempos. Un conjunto bien moldeado con un punta de apariencia tosca, pero que agota a sus marcadores.

Cuando las cosas se consumían como una vela, Uzuni se inventó un golazo, con celebración agridulce. Józwiak fue a por el balón para sacar rápido, Poussin le agarró y el polaco, al ir a zafarse de él, le dio con el brazo en el rostro ante la mirada de Ais Reig, que penalizó con una roja directa.

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Con diez, sin embargo, se vio a un Granada con arrojo, sumados Reinier y Corbeanu a la causa, aunque estos con poca incidencia. Boyé tuvo un remate más que apreciable con la testa y Ais Reig añadió seis minutos, pero los rojiblancos no pudieron estrujarlos. Rubén Sánchez reclamó un golpe en la cara al atacar y luego se tomó la justicia por su mano en un retroceso teniendo amarilla, en un forcejeo con Alberto Marí. Otro a la calle.

Con nueve, la misión se hizo como las de Tom Cruise. Fue un partido para olvidar que encima carga la enfermería y el rincón de las penitencias. Amargo retorno de Escribá a la última casa de la que le desalojaron.

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