Alexander Medina hace un gesto durante el partido. EFE
La crónica

Medina se 'inmola' en Son Moix

Más clavos en el ataúd del Granada de un técnico incapaz de mejorar a Paco López, con una gestión lamentable de los cambios, unido a unos futbolistas que no dieron el nivel, salvo Augusto Batalla

Sábado, 16 de marzo 2024

Alexander Medina se 'inmoló' en Son Moix en un partido en el que puso más clavos en el ataúd de este Granada cadavérico. Ahora sí ... se puede decir con claridad: el uruguayo ha sido incapaz de mejorar los registros de Paco López, a pesar de que le trajeron diez caras nuevas en enero. De nuevo, la gestión de los cambios del charrúa resultó lamentable, después de llegar al descanso con el alivio del 0-0. Javier Aguirre -como antes hicieron Gaizka Garitano, Marcelino García Toral e Imanol Alguacil- leyó mejor el enfrentamiento y trastocó su pizarra para decantarlo. Medina se quedó cruzado de brazos primero, como si por improvisación el asunto mejorara. Luego retiró a quienes se habían inventado la única llegada potable del encuentro, Gonzalo Villar y Myrto Uzuni. Y la siguiente ventana de sustituciones, cuando los suyos ya sufrían una ráfaga permanente de disparos locales que evitaba Batalla en modo Superman, la emprendió en un saque de esquina del rival, exprimido para el remate categórico de Raíllo. Tres puntos merecidos para el Mallorca, que prácticamente asegura su permanencia. Enésimo tropiezo nazarí, cuya dirección tendrá que inclinarse por la misma política que el Almería si quiere que el equipo desfallezca con dignidad.

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La aventura de Medina en Europa ha tornado en pesadilla. Aunque el desenlace de la temporada para el Granada parezca previsible, sería ilógico que la cúpula de mando no actuara. No maneja una plantilla estelar, pero tampoco ha encontrado un plan que aproveche sus virtudes. En ciertos partidos ha habido decoro hasta que toca que los técnicos lo suturen. Por más que hubiera jugadores reemplazados con problemas físicos, cualquier conjunto tiene estiletes que para salir del verde tienen que tener la pierna colgando. Medina lo entiende de otra manera y quizás extraiga moralejas para el futuro tras esta experiencia.

Mallorca

Rajkovic; Gio González, Nastasic, Raíllo, Copete (Morlanes, m. 46), Lato (Jaume Costa, m. 81); Mascarell, Antonio Sánchez (Radonjic, m. 59), Dani Rodríguez (Sergi Darder, m. 82); Larin (Abdón Prats, m. 68) y Muriqi.

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Granada

Batalla; Bruno Méndez (Ricard Sánchez, m. 84), Piatkowski, Ignasi Miquel, Carlos Neva (Corbeanu, m. 93); Gumbau, Gonzalo Villar (Hongla, m. 72), Pellistri, Józwiak (Antonio Puertas, m 84); Uzuni (Arezo, m. 72) y Lucas Boyé.

  • GOL: 1-0, m. 85: Raíllo.

  • ÁRBITRO: De Burgos Bengoetxea (comité vasco). Amonestó a los locales Larin (m. 23) y Nástasic (m. 41); y a ninguno entre los visitantes.

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 29 de LaLiga EA Sports, disputado en el Estadi Mallorca Son Moix, ante 16.477 espectadores.

No hay descargo para los futbolistas, entre los que solo brilló Batalla. Hasta el entreacto el orden prevaleció, pero cuando la energía se fue agotando, todo se dislocó sin remedio. La apatía de los suplentes resultó alarmante. Lo de Matías Arezo, derramando un contragolpe en superioridad por puro egoísmo, clama al cielo. Estaba sentenciando a su compatriota.

Medina se decantó por Villar por Sergio Ruiz, tras señalarlo con la Real. El murciano se quejaba de actuar fuera de su hábitat, a veces en la izquierda y otras demasiado adelantado. De su crecimiento en el encuentro dependía el Granada, que si no se abocaba a los envíos prolongados hacia Lucas Boyé, siempre con una sombra detrás. Cuando Villar afinaba los envíos, su míster le largó.

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Faltó mucho desequilibrio, muy vigilado Pellistri, sin profundidad Józwiak. El Mallorca llevaba el motor más revolucionado y su discurso no tenía circunloquios. Intensidad en los duelos, balones colgados y que los dos pívots que tiene en ataque, Muriqi y Larin, se busquen el jornal entre las nubes.

En pocos minutos, la claridad de idea de los bermellones se evidenció, con varias intentonas que no fueron a meta, agresivos en otras parcelas. El Granada se saltaba la media, pero al menos no renunciaba a la compostura. Faltaba fluidez y se amparó por primera vez a su portero en una estirada con roce traicionero en Bruno Méndez. Batalla se interpuso para que Muriqi no cazara la presa.

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Józwiak no salió de la insipidez, tímido con la pelota, sin tomar riesgos. Cundía la parsimonia y el conjunto necesitaba que Villar hiciera alguna incursión con su capacidad para abordar líneas. El Mallorca aflojó y el balón pasó por un rato a recaudo nazarí. Sin grandes ocasiones, al menos se atisbó un cambio de tornas. Boyé, omnipresente en los dos primeros tercios, abusó del pisoteo del esférico en una aproximación al área en la que pudo chutar perfectamente. El argentino repara poco en la portería, que sin embargo obsesiona a su compañero Uzuni. Dani Rodríguez despidió la primera parte con un aviso peligroso, que no fue entre palos por poco.

Aguirre, viejo zorro, reforzó la medular con Morlanes para que el Granada no emergiera con superioridad. Total, tenía tres centrales solo para Uzuni. La argucia le salió fenomenal al mexicano ya que su equipo, además de abrumar, gozó de oportunidades. Larin le ganó una disputa a un inocentón Piatkowski pero luego no conectó con Muriqi ante la anticipación de Batalla.

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El Mallorca amenazaba y amenazaba. A balón parado, en un gol anulado a Raíllo por fuera de juego al salir al remate; con profundidad en el costado, como en una escapada de Dani Rodríguez que nadie apuntilló; o en presiones ante la salida obtusa del Granada, tras un robo de Morlanes que a la postre desaprovechó de nuevo Muriqi.

Medina seguía sin introducir el bisturí a pesar de la angustia en sus filas. Rajkovic solo vio pasar un balón que se elevó a Boyé, sin más. Hasta que Villar recurrió a la sutileza para mandarle un porte a Uzuni, que este cabeceó bien, pero el guardameta serbio manoteó con reflejos.

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El 0-0 concedía esto, que en cualquier desconcierto alguien podía cantar bingo. Abdón Prats salió con el bolígrafo y el cartón, mientras en el otro banquillo continuaban los mismos, hasta que al uruguayo le dio por quitar a los que habían elaborado la mejor secuencia ofensiva, Villar y Uzuni; su medio más creativo y el pichichi.

Hongla y Arezo al campo, pero el Granada a merced, sin personalidad ni ganas. Abdón no chutó bien en una pelota que le cayó tras una falta y Muriqi exigió a Batalla en otro remate. El de los guantes tuvo que sacar lo mejor de su repertorio, con un Mallorca desatado, chuta que chuta, pero sin hallar la red. Era un festival y solo lo interrumpió un contragolpe que derramó Arezo con su amigo Pellistri al lado e Ignasi sumado.

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Medina emprendió el penúltimo giro en un córner y se topó, recién entrados Ricard y Puertas, con el justo tanto de Raíllo, el premio a unos locales que lo buscaron sin cesar hasta lograr que los rojiblancos mordieran el polvo y que su técnico probablemente encargara el finiquito. Lo contrario sería toda una sorpresa.

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